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Aída GAXIOLA*

Cuando se es mamá se necesitan muchas herramientas para poder llevar a tus hijos a otro nivel, ya sea físico, económico, educativo, etc. Pero algo que yo siempre creeré que nunca falla es leer. Leer hace que viajes, que conozcas mundos, maneras de pensar, pero sobre todo te mantiene una mente activa.

Entonces estas en casa viendo como los celulares se han vuelto pequeñas sanguijuelas en las manos de tus hijos, absorbiéndoles la vida. Has intentado de todo, pequeños juegos, grandes salidas, visitas, cocina, pero acaban regresando al vicio de hoy que es “internet y las apps”. Decides, como último recurso, hacer una sesión de lectura. Obvio tuviste que arrastrar, amenazar y sobre todo condicionar el celular para tener a tus hijos sentados en la sala. Querías que ellos tuvieran iniciativa, pero NO; así que le dices al pequeño, ve al cuarto de Pablo (donde están los libros) y trae lo que quieras leer. Pablo se retuerce como chinicuil, pero sabe que no puede repelar porque la consecuencia será terrible. El pequeño te dice “Voy a traer una revista; un anime”. Tú esperabas un libro o algo así, pero con eso te conformas. En eso el pequeño trae en las manos, una revistita que se te hace conocida y ves que es un libro vaquero. Pablo se pone de mil colores, el mediano, trata de quitarle al pequeño la revista y el pequeño sin entender dice “Vi que el otro día Pablo estaba muy entretenido con esta revista y vi donde la escondió”- Tú volteas a ver a Pablo con la mirada de puñal. Pablo dice que no es de él, que un amigo la dejó. El de en medio con palomitas (literalmente hablando) en la boca solo ve como el circo se desarrolla. Y de ahí en cámara lenta. Primero, arrancas de un manazo la “revista” del peque que no tiene idea porque todos están tan alborotados. Saltas del sillón en dirección a Pablo, el cual se lanza al suelo para evadirte. El mediano casi se ahoga con las palomitas y la risa que se cargaba. El peque se queda lloroso porque lo trataste feo. Y tú solo logras oír a Pablo diciendo “Pero ni siquiera llega a porno light”. Tú contestas en santo grito ¿Cómo sabes la diferencia del porno? ¡chamaco!

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, Madre, Yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

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