Compartir

Aída GAXIOLA*

En la vida hay muchas herramientas emocionales que vas desarrollando con el paso del tiempo, una de ellas que se establece desde pequeños es la confianza y la forma en que desarrollamos la seguridad. No hay nada como tener certeza y sobre todo creer, ya que nos da fe, pero sobre todo fe en uno mismo.

Entonces, estás como si nada en un día cualquiera de entrenamiento (sigues pareciendo hipopótamo en tutú) y quedaste de verte con los peques directo en el campo. Ves a los trogloditas entrando como demonios de Tazmania. Descifras un jaloneo cuando llegan a tu alcance y sólo preguntan -¿Mamá, verdad que tú si nos crees?- Tú por dentro gritas ¿qué rayos hicieron?, por fuera -¿qué pasó?- Entonces, ves que empiezan a discutir, suena un “rompí”, se escucha un “no se dónde quedó”, se entiende que hay algo perdido, cuando ya en un punto decides hacer tu voz de mamá y apaciguar con grito ordenado “¿qué pasó? Pablo explícame” Los otros se callan y Pablo en pose solemne empieza la historia: Mamá, primero que nada no te vayas a enojar (demasiado tarde estás reemperrada), segundo te juramos que nosotros no hicimos nada, pero… (ya en el pero perdiste parte de la cordura) es que él peque rompió… en eso el “peque” en cuestión grita “YO no hice nada, fuiste tú o el mingo”. El mingo en cuestión con cara de enojado dice “A mi no me metan en sus cosas, que mi mamá sabe bien que yo no fui”. Tú con cara de desconfianza y más intrigada por saber qué se rompió. Pablo interrumpe y dice “Pero estoy seguro que yo no fui y si todos están seguros que no fueron ¿quién fue?” el peque dice “pues las entidades” todos se voltean a verlo, cuando Mingo dice “cierto, si pueden ser las entidades” Pablo es el más renuente de todos, pero dice “es que, no fui yo pues entonces si son las entidades”. En eso están, cuando te llega un mensaje de tu mamá diciéndote “Hija, hace rato pase a la casa, fue de rápido no vi a nadie, pero con la bolsa rompí tu jarrón de flores, disculpa, sé que era tu favorito”. Ahora todo cobra sentido. Y tú para seguir riendo por dentro, sólo les dices en voz de seriedad “Pues las entidades sólo van a donde los niños se portan mal”.

*Maestra Aída Gaxiola. Psicóloga Clínica, madre, yogui. Fascinada por las historias que florecen pero sobre todo de la maravilla del desarrollo humano. aidagaxiolav@hotmail.com

Compartir