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Graciela RAMÍREZ LUNA*

¿Cómo viven los hijos el proceso de divorcio de los padres? Sin duda para toda pareja la separación suele ser un momento de dificultad, donde existe miedo, incertidumbre, enojo y un sinfín de sentimientos encontrados; pero en buena parte de los casos, los padres olvidan esta pregunta esencial sobre los sentimientos que derivan en sus hijos al pasar por esta etapa de transición.

Considero que, en este proceso, es importante transmitir la situación con claridad a los hijos, haciéndoles saber que no es su culpa; que, como papás, siempre estarán; que sin duda habrá un cambio y dificultades, pero como padres siempre los van a querer; y, de preferencia, acudir con un profesional para que ayude en proceso.

Es común ver en los procesos de divorcio, descalificaciones de un padre a otro, convirtiéndose desde mi punto de vista, en uno de los errores en los que incurren los padres al momento de separarse; el insulto y la descalificación, no producen ningún bene­ficio y ocasiona grandes trastornos a los hijos; otro de ellos, es el ponerse a competir por el afecto de los hijos, y querer comprarlo con cosas materiales; peor aún, el involucrarlos en el proceso, presenciando en forma continua pleitos o descalificaciones, por lo que los menores a todas luces están expuestos a un modelo inadecuado de relaciones interpersonales.

El no utilizar a los hijos como medio de ataque u objeto de presión, en un proceso de divorcio es una cuestión esencial, pues los padres deben privilegiar las necesidades de estos, frente al conflicto que tengan; es indudable que siempre se desea el lograr un divorcio, en donde el amor a los hijos prevalezca sobre los sentimientos personales de la pareja; de ahí la importancia de recomendar un acuerdo, el cual simplifica el ya de por si desgastante proceso; pero si un acuerdo mutuo se torna imposible, es importante, en la medida de lo posible, que no se generen cuestiones agresivas e incisivas contra la otra y, en su caso, buscar a un profesional que busque conseguir conciliar los intereses de las partes, en beneficio de los hijos.

En la actualidad, los niños, niñas y adolescentes que han vivido o están viviendo la separación de sus padres, es cada vez mayor; pero dentro del proceso, estos tienen derechos reconocidos legalmente, que se deben de proteger y defender.

En primera instancia, la Convención sobre los derechos del Niño, aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1989, es un instrumento jurídico que reconoce a los menores de 18 años, como titulares de derechos, de los cuales destacaremos: el régimen de guarda y custodia, los derechos de visita y el establecimiento de una pensión alimenticia.

En el sistema jurídico mexicano, el “interés superior del niño”, es reconocido constitucionalmente a partir de las reformas del 2011, y consiste en proteger el desarrollo integral de los menores, de manera que pueda tener una vida digna y plena a nivel material y afectivo, permitiéndoles alcanzar el máximo de bienestar posible; por tanto, cuando se decide el régimen de custodia y visitas, se debe atender a lo que es mejor para ellos, antes que a los deseos de los padres; de igual manera, respecto de la pensión alimenticia, que deberá establecerse protegiendo la atención de las necesidades vitales de los menores, frente a aquel que quiera eludir su obligación alimenticia.

Así también, los menores gozan de diversos derechos en los procesos en donde se decida su custodia y régimen de visitas, como son, entre otros: el de ser oído, cuando independientemente su edad, se considera tiene la madurez suficiente para formarse un juicio o criterio propio, teniendo derecho a ser escuchados en los procedimientos en los que se puedan ver afectados; la intervención del Ministerio Público, quien tiene la obligación de velar precisamente por el interés superior del menor, en lo económico y en lo personal;  la intervención de profesionales que cuiden por el interés del menor, como es el caso de psicólogos que intervienen en su escucha; o el de la necesidad de que las decisiones judiciales que les afecten, estén debidamente motivadas.

El interés superior del menor variará dependiendo de las circunstancias de cada menor niño, tomando en cuenta las necesidades materiales, físicas, educativas, emocionales y afectivas; así como sus deseos, sentimientos y opiniones, etc.; por ello, al aplicarlo, debe de haber flexibilidad por parte de los jueces, pensando en un entorno de derechos humanos, puesto que la prioridad en todo momento deben ser los menores, a efecto de evitar, diversos daños y afectaciones de tipo psicoemocional y social a los que están expuestos los hijos ante el divorcio de los padres; adaptando las medidas que se consideren más adecuadas para los hijos tratando de evitar divorcios conflictivos e incluso destructivos en los que los padres usan a sus hijos como arma para atacar al otro, o como moneda de cambio para conseguir lo que quieren; induciendo muchas veces, los sentimientos de culpa, perdida o abandono en los hijos, que perjudica y vulnera sus derechos.

 

* Abogada oaxaqueña comprometida con la sociedad, defensora de los derechos de la mujer y la familia. Maestra en Derecho Constitucional, Diplomada en Derecho Sanitario y Auditoría Legal de empresas.

 

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