• POR ALFREDO ARNOLD MORALES. Académico de la Universidad Autónoma de Guadalajara

Es interesante, inclusive gracioso, ver que decenas de personajes que aparecen actualmente en televisión mediante una señal de internet originada desde su casa, o en reuniones virtuales a través de Zoom y otras plataformas, han puesto mucho cuidado en mostrar a su alrededor una ambientación ordenada e incluso decorada. Abundan, sobre todo entre mis colegas periodistas, los libreros; muebles llenos de libros a sus espaldas, creando cierta sensación de intelectualidad.

Supongo que se trata de muebles y libros reales, porque existe la posibilidad de que sea un “fondo de pantalla” virtual instalado en la computadora. Pero ese es otro asunto.

A lo que vamos es a recordar la conveniencia de dedicar una parte del ocio obligado por la cuarentena a la lectura de un libro. Uno por lo menos.

¿Estamos leyendo?

En un breve sondeo hecho entre integrantes de diversos grupos de WhatsApp en los que estoy incluido, obtuve, entre otras, las siguientes respuestas:

-“Leí uno que se llama la ‘La senda del jaguar’, de Antonio Guadarrama Collado. Es la segunda parte de una trilogía sobre la conquista de México, es una novela histórica. Ese libro lo compre hace cuatro años y hasta ahora lo leí. También me aventé el audio libro de Hamlet”.

-“Siii, sólo uno, jaja, se llama ‘Días sin ti’ de Elvira Sastre, es nuevo, impreso, ella es una escritora joven española que me gusta mucho. Lo compré en la FIL el año pasado y apenas en esta cuarentena lo empecé y terminé”.

-“Yo sólo llevo uno, se llama ‘Una educación’, es de Tara Westover, ha estado en la lista de best sellers del New York Times”.

-“He leído en internet más de veinte vidas de santos. Qué cosa tan interesante y ejemplar. También quiero leer los salmos, ojalá que me alcance el tiempo”.

Una lectora, ésta sí lectora consuetudinaria aún sin que hubiera cuarentena, me contesta: “Yo sí he leído mucho jajaja, me puse al corriente con unas lecturas pendientes” y enseguida las menciona: ‘The Catcher in the Rye, de J. D. Salinger, es una edición en idioma inglés que compré en una librería de antigüedades en Vancouver. ‘El ruletista’ de Mircea Cartarescu, una edición nueva que adquirí en la FIL. ‘Siddhartha’ de Herman Hesse, lo adquirí hace tres años en la FIL y no lo había leído. ‘The Sun Also Rises (Fiesta)’ de Ernest Hemingway, en inglés, lo adquirí en una librería de libros antiguos en inglés en la FIL hace dos años. ‘Howl and other poems’ de Allen Ginsberg, lo pedí en Amazon en esta cuarentena”. Y aclara que “unos libros están nuevos, literal salidos del empaque y otros muy antiguos. En lo personal me gustan mucho más las ediciones antiguas”.

Un viejo y querido profesor de la universidad compartió en un grupo de WhatsApp el video libro “Tus zonas erróneas”, un popular texto de autoayuda escrito por Wayne W. Dyere en 1976.

Me enviaron una lista de revistas a las que se puede acceder por la web libremente. Esquire, Fortune, Harper’s Bazaar, Men`s Health, Women`s Health, National Geographic, entre otras.

Hay de todo: “Yo no profe, ni chance de leer”, admite con sinceridad un compañero.

Yo he leído tres libros que tenía arrumbados. Los tres, escritos (y hasta dedicados) por amigos míos. ¡Qué vergüenza!

Le recomiendo a quien no lo haya hecho, que trate de leer en los días de emergencia que aún faltan. No se va a arrepentir.

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