Edgar SAAVEDRA*
Durante el periodo de la Guelaguetza el arte se volvió a activar en su más amplio panorama. Se inauguraron una veintena o más de exposiciones. Pero como en todo, a veces el bosque no deja ver los árboles. Algunos ejemplos de exposiciones pictóricas que valieron mucho la pena fueron: Ofrendas ocultas, de Fernando Aceves Humana, en el Centro Cultural San Pablo; GOLEM, de René Almanza en La Máquina, y De la Figuración al Caos, una colectiva sobre el dibujo de la plástica oaxaqueña contemporánea (José Villalobos, Luis Zárate, Luisa Adelfio, Jonathan Barbieri, Shinzaburo Takeda, Fernando Aceves, Manuel de Cisneros y María Rosa Astorga) realizada en dos secciones, una en la Biblioteca Pública Central “Margarita Maza de Juárez” y la otra en la Galería 1450 Estación de las Artes. En la presentación de esta última compartieron la mesa de diálogo Jonathan Barbieri, Luisa Adelfio y Susana Wald. Entre ellos hubo puntos en común y divergentes. Para Barbieri el dibujo siempre tiene una intencionalidad, y, por otro lado, refirió que no todo lo que el artista dibuja debe exponerse, pero sí contener la calidad de ser siempre “exponible”. Para Wald el “dibujo aparece hasta en la salsa”, refiriéndose al movimiento y los efectos visuales que se perciben. Susana Wald compartió el siguiente fragmento sobre la técnica del dibujo:
«Hay semillas pequeñas y grandes. Entre las pequeñas están las semillas de la zanahoria o las de la jacaranda, no mayores que un grano de arena. Y hay semillas muy grandes como una que tuve hace muchos años que pesaba varios kilogramos. Lo vivo que nos rodea en nuestros campos o en montañas, sea árbol o zanahoria, parte de una semilla. Ese punto de partida es la forma y el origen de toda vegetación. En las artes visuales, se dan formas pequeñas como el grabado que aparece en una moneda o un edificio como la torre del Empire States en Nueva York. Esas formas, sean monedas, pinturas, esculturas o torres, tienen su punto de partida en dibujos. Los dibujos son el lenguaje visual con el que primero expresamos ideas, exploramos sensaciones, formulamos propuestas para todo lo visual. La semilla de las artes visuales es el dibujo».
Los siguientes fragmentos sobre algunos participantes son de Alejandra Bustamante (la ideóloga de la muestra) y Cuauhtémoc Peña.
MARÍA ROSA ASTORGA: El gran gesto del trazo mínimo.
“¿Puede un par de trazos convertirse en una obra o es necesario que el artista trabaje desde un orden formal o conceptual para lograrla? ¿Es una línea gestual parte de esta formulación o es nada más un accidente? En la propuesta plástica de María Rosa Astorga descubrimos la libre exploración del dibujo que tiene como base la experimentación del trazo suelto. Nos referimos a gestos breves o largos, mudos o estridentes; una vuelta de página al canon del arte occidental y a sus múltiples escuelas (Beaux-arts) que privilegian lo figurativo. Una renuncia al equilibrio óptico, la belleza filosófica y la armonía matemática de la cultura clásica griega (Kalokagathia), retomada y perfeccionada por el Renacimiento, para adoptar la cualidad expresiva del impulso que no necesariamente requiere ser explosivo”.
JONATHAN BARBIERI: El dibujo como campo de batalla.
“De entre las entrañas de su obra artística surgen epopeyas que describen el actuar de nuestra estirpe. En la unión de la materia –fondo y forma- con el contenido, se crea el objeto artístico que a nosotros nos muestra su campo de batalla”.
JOSÉ VILLALOBOS: El estudio de los elementos, la abstracción.
“Su proceso artístico, consistente en desgloses de color, apuntes de texturas, concentración del objeto o ideas divididas, a veces disgregadas en muy pocas líneas-, reúne realidades orgánicas que viven en el lienzo o el papel. Estas obras, desacatos de la formalidad figurativa, son un juego de sumas y restas –recordemos que la ciencia matemática se expresa en la geometría–, donde se plasman capas internas y externas que observa y configura el artista. El detalle aislado, el valor intrínseco que cada elemento posee, hace de su arte un estudio del tiempo, una fuga de la estructura tangencial y dogmática de la composición. Acaso el arte abstracto de Villalobos nos permita sentirnos más cercanos a las corrientes filosóficas de Oriente que de Occidente, es decir, encontrar en su obra más meditación que plegaria, más hoja suelta que roca inamovible, e invite desde la libertad al encuentro de lo que aun teniendo solidez provoca por su continua transformación e incandescencia”.
LUIS ZÁRATE: Creación o poiesis.
“En el trayecto creativo y creacional del trabajo de Luis Zárate, la manera de abordar el objeto y la forma mitológica presente que lo acompañan se expresa en un trazo casi táctil, gobernado desde dentro. El dibujo inmediato, no falto de desenvoltura y cuerpo, está cargado de múltiples elementos: vigor, autoridad y resistencia. De nuevo, en medio de la contienda, el uso de colores vivos, primarios o cargados de texturas, sirve como herramienta de choque y unión de las emociones entre el arte y el artista. Quizá hemos llegado a resolver una pesquisa, en estas obras hay una lucha –se gane o se pierda– que conversa con los cimientos de la poiesis en donde la singularidad del arte revuelve o entremezcla sus posturas.
LUISA ADELFIO: Materialidad.
“Un elemento (…) a destacar en los dibujos de Adelfio es el uso del color y las sombras que emergen desde su opuesto, lo fulgente. Es notorio un blanco matizado, casi imposible de encontrar en el estado natural de la figura, que a veces la sustrae y otras la alimenta, en un entorno que se modifica en ese eco de luz –como en el caso de sus vasos o cafeteras, objetos cristalinos que se enriquecen con un carácter brillante y traslúcido–. Quizá sea esta vertiente en donde la escultora y la dibujante se encuentran, tal vez sea la artista convocando al observador a encontrar una nueva cualidad lumínica-material en nuestro mundo”.
*Periodista cultural.