Edgar SAAVEDRA*

En muy pocos lugares del mundo la pintura que gira en torno al nahualismo adquiere tal dimensión estética como en Oaxaca. Los trabajos de la pintora y escultora oaxaqueña Judith Ruiz es la muestra palpable de una circunnavegación artística que asimila, transforma y pondera códigos antiquísimos. Su pintura se apropia y abreva de esta poderosa cantera de misticismo –que aún es parte de la cosmovisión de los pueblos sureños de México– y mediante los sistemas del arte nos ofrece una versión de profundas identidades. Sin embargo, esta exposición abre una gama de posibilidades temáticas mientras nos envuelve sensitivamente un aroma terrestre de herencia compartida.

Dicen que el arte es un huevo hiperbólico que ha nacido de la matriz de Eva. Lo cierto es que, más allá del guiño literario, el arte es una profusa vena que pretende algo más que la reproducción de la belleza. Puede tener intenciones formales, poéticas y experimentales en diferentes dosis, por mencionar solo unos ingredientes. En Cuidadores y Nahuales se logra que la constante sea el habitad o la magnitud atmosférica y multiforme de las imágenes, al tiempo que se disfruta del color y sus pormenores. Encontramos también diversos planteamientos tejidos de tal forma que determinan la realidad objetiva por un lado y por otro la subjetivizan, es decir, nos trasmite emociones. En algunas pinturas identificamos ciertos animales mientras que en otras debemos interpretar las intenciones de la autora a partir de composiciones alegóricas, lo que establece un interesante juego de percepciones.

Un tigre blanco –como una aparición– trota hacia un lugar incierto. El aire está lleno de libélulas que han brotado de una fuente mágica. Una figura misteriosa e indefinida en el segundo plano refuerza el humor anímico del cuadro. No es un hombre, no es una mujer. Es un acto espiritual de dualidad. De algún modo deducimos la idea de un salvoconducto que supera la personalidad a través de un alter ego animal. La antropología ha averiguado que el término nahualli ofrece una noción de cobertura o disfraz. La pintura de Judith Ruiz interpreta el concepto de una extrapolación que hunde sus raíces en las creencias ancestrales mesoamericanas desde una práctica y misión actuales de la pintura generada en el sur.

Las creaciones artísticas de Judith Ruiz tienen el sello irrevocable de una particular crónica de la cultura y sus oficios, resultado de la inmensidad primigenia que nos arropa con su luz y con su caos, y más adentro, con su tradición centenaria y sus leyendas a prueba de olvidos.

 (Fragmento del ensayo El arte y su posibilidad infinita sobre la obra artística de Judith Ruiz. La exposición estuvo montada en la Galería Cuatro Siete en noviembre de 2021, de la Ciudad de Oaxaca.)

 

* Periodista cultural. edgarsaavedra@outlook.com

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