Karla MARTÍNEZ DE AGUILAR
Fotografías: Manuel Jiménez
Locación: Taller Talismán
SANTA CRUZ AMILPAS, OAX.- La niñez es uno de los recuerdos más importantes para el artista Pedro Cruz Pacheco, su comunidad se caracteriza por la fabricación de ladrillo rojo para la construcción, recuerda con alegría cómo de niño acudía a las pozas que se llenaban con agua de lluvia y se metía a nadar, al abrir los ojos en el fondo veía un mundo lleno de pescados pequeños, hojas, maleza, algas y plantas como el tule, elementos que plasmaría en sus obras.
También incluye las fiestas patronales donde los monos de calenda, faroles en forma de estrellas, las peregrinaciones de las vírgenes y las mujeres que acudían con mucha fe y que cubrían sus cabezas con rebozos, son imágenes que lo impactaron.
Me inspiró el campo, percibir con mis ojos de niño lo que la naturaleza crea, recordar las sensaciones que me producía echarme clavados en aquellas fosas de agua. Ver otro mundo que surgía bajo el agua inspiró mis acuarelas, pinto pescados pequeños porque no estoy en el mar.
Otra gran influencia son los monos de calenda, de pequeño pensaba que eran dos personas altísimas y grandotas y todo lo que mi abuela me platicaba acerca de las vírgenes, sus coronas, vestimentas, leyendas, mitos e historias que me contó, son punto de partida para crear mis personajes con ese folclor, la naturaleza y el misticismo del realismo mágico.
Pedro Cruz Pacheco es un artista autodidacta que persiguió su sueño de pintar, tuvo diversos trabajos que no llenaban esa necesidad de creación, el arte corre por sus venas.
Trabajé en varios oficios, pero no me gustaban, trabajé en cocina, servía comida, era un buen trabajo, pero algo me faltaba, mi mente empezaba a imaginarse escenas con las costumbres indígenas con elementos cotidianos como el agua, la tierra, el sol, la milpa, el campo, los cerros, las semillas, el nopal, el maguey e ideas como los ciclos de la luna, las cosechas, el ciclo de la vida y la muerte, en esa época solo conocía el lápiz, los crayones y plumones.
Un día entré a la galería La Mano Mágica y estaba una exposición de Felipe Morales, su obra me atrapó, porque retrataba a su estilo todo lo que en mi niñez y juventud viví en mi pueblo, los faroles, las personas con su rebozo, etc.
Él vio mi interés en su obra, me invitó a conocer su trabajo en su taller y me abrió las puertas para acudir y sin brindarme clases formales, fui aprendiendo al ver cómo realizaba sus obras, conocí otros materiales para pintar como el óleo, encausto, gráfica y, al regresar a mi hogar, me pasaba horas pintando y guardaba las acuarelas que realizaba.
Acudí al taller del maestro Felipe Morales durante ocho años, cuando llegó el momento de continuar mi camino en el arte, me brindó todo su apoyo para seguir mi camino.
La obra de Pedro Cruz Pacheco te atrapa, a través de los colores, formas e imágenes, causan una sensación de alegría y paz, ha convertido sus vivencias en obras. Quiero trasmitir lo que he vivido y he sentido, la felicidad, la alegría, pero también el dolor, la tristeza que se transforma en una obra.
Mis personajes surgen de mi infancia a las que les he agregado resplandores, estrellas de carrizo forradas de papel de colores en las manos, listones de colores. Mi pintura es un reflejo de mis creencias religiosas, mi vida como adolescente y mi trabajo como fabricante de ladrillos cuando era niño.
Pintar me hace sentir yo mismo. Los ángeles que se representan en mi arte sirven como guías a las personas, protegiéndolas y vigilándolas, limpiando las cosas malas de su camino. Los colores cálidos y oscuros reflejan cómo me siento. La retama, los árboles, el sol y la luna, son iconos, al igual que los eclipses y las montañas tranquilas, pintadas de azules y verdes oscuros, que reflejan la paz infinita del inmenso cielo azul.
Soy una persona que siempre está en movimiento, me encanta bailar, caminar, escucho la música de banda en las calles y me pongo alegre, pongo mis sentimientos en la pintura, deseo la buena suerte los tréboles, con la mezcla de lo místico y religioso.
El Jardín Labastida en la ciudad de Oaxaca es un parteaguas en el camino artístico de Pedro Cruz Pacheco, que reafirmaría su decisión por dedicarse al arte.
Al terminar mi estancia con el maestro Felipe Morales, un amigo me invitó a realizar mi primera exposición en la Casa de la Cultura oaxaqueña en 2005, ya que tenía alrededor de 90 acuarelas, después me empecé a involucrar con colectivos y llegué un día al Jardín Labastida, pedí permiso para exhibir mis obras, llevé unos caballetes, estuve una semana pintando, pero sin vender ninguna obra, a veces iba al campo temprano y después al jardín, un día, unas señoras empezaron a preguntar por mis obras, pedían les mostrara todo lo que tenía, extendía mis trabajos y finalmente eligieron nueve piezas, con el dinero compré mejores materiales y me motivó a dedicar mi vida a la pintura.
Me llena el corazón y es una gran satisfacción que cuando muestro mi trabajo le guste a la gente, los colores son el motor de mi inspiración, no soy buen dibujante, pero me gusta la sensibilidad de plasmar lo que llevo dentro. Me gusta la frase del maestro Rodolfo Morales que si los pies y las manos quedan chuecas así quedaran, retomé esa idea y no borro ningún trazo, que se queden con las manotas grandotas, los cuerpos largos.
Sé que en mis obras la influencia de maestros como Rodolfo y Felipe Morales aún siguen presentes, pero con el paso de los años he desarrollado un estilo propio al conocer otras corrientes y técnicas. Mis obras son surrealistas, recuerdo que caminaba de mi hogar al Jardín Labastida porque no tenía dinero para el pasaje y me imaginaba que si tuviera ruedas como los autos en los pies podría llegar más rápido, así con mi imaginación he ido incorporando elementos y símbolos a mis obras.
El espiral es el ciclo de la vida, naces, envejeces, vuelves a la raíz y vuelves a nacer, las alas en una casa significan cobijo, te recibe con los brazos abiertos, el ojo es ver más allá de lo que estás haciendo, es creación e imaginación, las piedras en el campo por su permanencia, la cajita de cenizas que lleva la mujer en la mano, están en forma de semilla que sembrará y saldrá un arbolito, por ejemplo.
El artista Pedro Cruz Pacheco vive agradecido con la vida por la oportunidad de dedicarse a lo que le apasiona, ha creado el Taller Talismán para compartir con quien desee adentrarse al arte, también brinda talleres al público en general tres veces al año y, gracias a las alianzas ha podido compartir sus obras en Estados Unidos y en otros estados de la República Mexicana.
Es una persona generosa, ha donado sin afán de lucro muchas de sus obras para colaborar con la Cruz Roja Mexicana o el Festival Nudista en Zipolite, Oaxaca.