Claudia SAGREDO*

Empecemos con algo científico para romper el hielo, ¿sabían que los perros tienen la inteligencia de un niño de 2 a 2 ½ años? A veces yo los encuentro mucho más inteligentes que mi propio ser, aprenden trucos, adoptan comportamientos y resuelven problemas. ¡Oh si! un perro puede reconocer hasta 165 palabras de nuestro lenguaje y tú ¿cuántos ladridos reconoces?  Dicho esto, no es de sorprender que en la actualidad los cáninos sean empleados para tareas mucho más complejas que la encontrar una pelota en el patio, se han convertido en seres de búsqueda y rescate, de competencias de atletismo y ahora hasta guardias de seguridad dentro de los museos. Si como lees, tal vez, en tu próxima visita a un recinto cultural puedas encontrarte con un cachorro que te ladre para pedirte que des un paso atrás o que no saques fotos con flash a aquella pieza surrealista.

Pongámonos serios, tal como lo hizo el Boston Museum of Fine Arts (Museo de Bellas Artes de Boston) que mediante su director Matthew Teitelbaum anunció en 2018 que adquirió a Riley, un hermoso cachorro weimaraner de color gris como “perro de museo” su finalidad era el ser entrenado para que a través de su olfato detecte polillas, gusanos de madera, esporas de hongos y otras plagas que deterioran y acaban con las piezas de arte dentro y fuera de los museos. Algo así como un perro espía, que con sólo una sniffeada puede detectar si una pieza está en peligro de su extinción.

Hablemos un poco de esta raza, los weimaraner son de origen alemán y son reconocidos como perros de caza, todo un cazador dentro del museo. La preocupación más grande de los visitantes es si verían al cachorro corriendo entre Rembrandt y Monet y la realidad es que el trabajo de Riley es a puerta cerrada, tras bambalinas es donde surge la magia. Ahí él se encarga después de años de entrenamiento en identificar los asesinos silenciosos de las piezas y en un museo como el Fine Arts en donde su colección va allá de 8.161 pinturas y más de 450.000 obras de arte, lo que la convierte en una de las colecciones más completas de América con más de 1,2 millones de visitantes al año.

Ahora, el procedimiento puede parecer sencillo, el perrito pasea e identifica una plaga en pieza; la realidad del cómo trabaja Riley es la siguiente, el cachorro aprende a olfatear ciertas plagas y al sospechar de alguna plaga procede a sentarse frente a la obra de arte afectada y una vez que esto sucede los especialistas analizan más a fondo esta indicación. A pesar de que el museo ya cuenta con expertos y con equipos que se especializan en identificar plagas, lo que ofrece el olfato de Riley es una alternativa y una posibilidad adicional de preservar las obras de arte. Si bien, a mi parecer es el primer perro olfateador de arte, Riley no está solo en las filas laborales de cuatro patas. Alrededor del mundo los perros son empleados para detectar drogas, explosivos, enfermedades como el cáncer, etc.

Y ello sin nombrar los perros de apoyo emocional o que apoyan en terapias de rehabilitación en niños, este paso sólo nos demuestra que todos los espacios son pet friendly y que nuestros amigos de cuatro patas son más funcionales y trabajadores de lo que creemos.

Y tú, ¿ya estás entrenando a tu perro para ser el próximo piloto de carreras? O ¿el buzo del año?

 

*Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas.

 

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