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Claudia SAGREDO*

CDMX.- D E S C O L O N I Z A C I Ó N la palabra suena a esperanza, a la retribución de haber sido una tierra sublevada por aquellos que la historia describe como los colonizadores, los que tenían la ventaja física, política o estratégica de vencer en un espacio y tiempo determinados.  Ahora, ¿cómo descolonizamos el arte? ¿las piezas son doblegadas?

Esto da su inicio en los románticamente nombrados “gabinetes de curiosidades” que no son más que el inicio de los museos, en estos mágicos gabinetes hechos en su mayoría de madera se exhibían aquellos objetos exóticos extraídos en los viajes de los conquistadores de los lugares que visitaban, son la representación de un cultura en artefactos utilitarios – en su mayoría- lo que nos da una idea general de una civilización, al final, de algún lugar se tienen que construir las grandes colecciones de arte. Lo que me recuerda una anécdota o más bien, un rumor, se dice que cuando Diego Rivera estaba construyendo el Museo Anahuacalli -aquel que está ubicado en el sur de la Ciudad de México y que contiene una de las más grandes colecciones de arte prehispánico- las personas de las colonias aledañas iban a saludar al “maestro” y en sus visitas le llevaban comida y piezas que habían encontrado en sus casa o jardines y se las obsequiaban que eso enriquecía la colección prehispánica de Diego Rivera y dio como resultado que todos los habitantes de las colonias aledañas puedan entrar gratis al Anahuacalli, pero ésa es otra historia.

Hay una primicia teórica dentro de los historiadores que está ligada a que el objeto “pierde” el sentido y si se despegan de su contexto original. Lo cual abre un diálogo sobre si las piezas que se encuentran dentro de otros museos pierden su contexto, por ejemplo, las piezas egipcias que se encuentran el Museo Británico o el mismo penacho de Moctezuma que está en el Museo Etnológico de Viena ¿pierden su sentido? ¿su valor es demeritado por no encontrarse en sus ciudades de origen? Con temor a equivocarme, diría que justo es parte del discurso de diversos países que están en la constante búsqueda de que las piezas que fueron saqueadas, regaladas o robadas en diferentes contextos y que ahora se encuentran en los museos para su conservación.

Ahora hay una tendencia de los museos europeos de adentrarse en la descolonización, que más que consistir en regresar piezas a sus lugares de origen, a sus comunidades, a su historia es el crear puentes con narrativas reconciliadoras. Esto es un proceso en pañales y es resultado de la misma evolución de las sociedades, recordemos el libro de las “olvidadas” referente a las artistas relegadas del Museo del Prado o los continuos escándalos y procesos jurídicos de Grecia solicitando al Museo Británico la devolución de los frisos del Partenón, la sociedad quiere restitución, reconocimiento y un diálogo abierto y esto podría interpretarse como una corriente artística disruptiva dentro de la sociedad en la que vivimos, aplaudo que los museos busquen la forma de reconectar con sus públicos desde una perspectiva mucho más humilde en donde se fortalece una comunicación bilateral y nuevos procesos de exposiciones, actividades artísticas y propuestas culturales. Esto empezó con que el Ministerio de Cultura de España anunciará sus intenciones de revisar las colecciones de todos sus museos públicos para dar un paso a la superación del marco colonial, lo cual tendría que reducirse en el proceso de devolución de las piezas a su lugar de origen, pero, pensemos en la postura de los museos, en los casos en que las piezas fueron adquiridas en un proceso de “legalidad”, tal es el caso de una de las piezas más famosas del Museo de América en España, el Tesoro de los Quimbayas que son estatuillas de oro y tumbaga (oro + cobre) que forman parte de los altares mortuorios de Colombia y los cuales fueron obsequiados por el presidente de Colombia a la Corona Española a finales del siglo XIX.

Entonces, si la intención no es regresar las piezas a su lugar de origen sólo hacerse cargo de la investigación del cómo se adquirieron y reconocerlo ante el mundo creando ligas expositivas y de intercambio cultural dentro del mismo recinto ¿qué tan descolonizador es el proceso? Y tú, ¿Consideras que el penacho de Moctezuma debería de regresar a casa?

 

  • Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas

 

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