Claudia SAGREDO*
El día de hoy quiero conversar un poco más sobre las relaciones que surgen a causa del arte, sin duda; los que nos dedicamos al arte, a su gestión y a su promoción somos unos eternos enamorados de esta profesión y ello hace que el museo sea nuestra casa, más que una segunda casa, literal nuestra casa, se ha trasnochado en salas en medio montaje o en salas del aeropuerto esperando un semáforo en verde.
No estoy yo para contarles, pero para que ustedes puedan disfrutar de las exhibiciones todo un sinfín de personas, cajas de embalaje, montacargas, barcos, vuelos, impresiones, gritos y sombrerazos tienen que suceder para ver culminada una sala de exposición con todas sus piezas, con las luces en su punto, con el audio perfecto, con las cédulas de objeto alineadas y con las personas listas para recibirnos como los espectadores de este dialogo entre un artista y su entorno.
Todo lo anterior es sin duda: el amor al arte…a conectar con una pieza, con un contexto o con un espacio. El trabajar en un museo es aprender a respirar, a vivir en el enamoramiento constante. Ojo, todas las fases del enamoramiento desde las mariposas en el estómago hasta la frustración y ello da como consecuencia el generar relaciones, lo que ahora le llaman networking, yo creo que los amantes y trabajadores de museos somos una especie aparte, una que se entrelaza y se busca en diferentes contextos, países y espacios. Tal es así, que se toman encomiendas entre la amistad y el desarrollo artístico y la vida tiene sus formas para concretar las mismas.
Dicho ello, hoy quiero hablar sobre una exposición que une a más que artistas, gestores y promotores si no a unos amigos. En el mes de diciembre se inauguró una muestra que es resultado de la amistad y la encomienda de un maestro a sus amigos… el escenario fue el Centro de las Artes de San Agustín (CaSA) que dio espacio a una de las mentes maestras de la curaduría en México, a un gran artista que entreteje la arquitectura y la naturaleza y te envuelve en cada una de sus piezas, y un maestro que más allá de su vida ha dejado un gran legado dentro del ámbito, no sólo cultural si no personal en la escena del arte en México. Esta muestra se inaugura con historias de sus vivencias como colegas y como amigos, de lo que la “casualidad” y la temporalidad culminó en una exposición que embona perfectamente, textiles de gran formato que caben “maravillosamente” entre las vigas, sin ser realizados exprofeso para ellas, una historia contada con cuidado y pulcritud en un recinto que mantiene el espíritu vivo de una amistad que trasciende planos y nos muestra a susurros que ahí hay una amistad de museos.
Sin duda, los museos tienen su mundo mágico que no sólo nos transporta hacía otras realidades o perspectivas de la vida misma, si no, que es muestra tácita de las personas que crean, gestionan y promueven todo lo que en ellos habita.
Así que, hoy tienes la oportunidad de visitar un museo y de escuchar con atención qué historias tiene por contarte, qué amistades te muestra y que lecciones te deja.
* Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas