Claudia SAGREDO*

Hablemos del boom de los estímulos externos dentro de este mundo artístico en donde las proyecciones, el neón y los bombos y platillos figuran en la presentación de una nueva pieza o una vieja. Eso abre un debate sobre la relevancia de una pieza y aquí les pregunto ¿la pose y la magnificencia de una proyección tecnológica es más que la intimidad de mirar una pieza cara a cara?

Enfrentemos la realidad el arte debe de verse como un producto o servicio que compite en un mundo de gran cantidad de estímulos de compra, es decir, capitalismo en su máximo esplendor y eso es, ya que, los museos ahora no sólo pelean visitantes entre otros museos si no que lo hacen con otras formas de entretenimiento. Un ejemplo muy claro, contesta sinceramente, ¿tu prefieres ir al cine o a un museo?  ¿cuál fue tu primera respuesta? Competencia de diferentes productos o servicios a los cuales estamos expuestos como seres en sociedad. Ahora suma a todo esto una percepción aspiracional de “presumir” que fuiste el primero en ver una película y en la actualidad hasta en estar en una exposición. Aún recuerdo las filas y filas en el Museo Tamayo en la exposición de Yayoi Kusama por hacerte una selfie en el infinity room y mi pregunta es… ¿comprendimos la pieza? O necesitábamos estar ahí porque era estéticamente correcta y porque TODOS estaban ahí.

Con este segundo punto, partimos en el hecho de qué es más valioso como yunkie de museos: ¿la pieza o una proyección de ella? Y esto lo pongo sobre la mesa debido a que ha habido un boom de las exposiciones realizadas con proyecciones -de la más alta calidad, eso no lo niego- de piezas y artistas posicionados como los más relevantes, populares o más vendidos en el mundo. Tales son la experiencia inmersiva de Frida en la cual podías acceder a un espacio totalmente vinculado al artista, desde la gran proyección de piezas y extractos de sus diarios que resultarán en la perfecta selfie por tan sólo $400 el boleto, pero, ¿esto es más barato o mejor que poder acercarte a menos de un metro de distancia (consulte lineamientos de las piezas con su custodio de confianza) de una pieza realizada por Frida? O esta experiencia de Van Gogh Alive que ahora está en itinerancia por la República Mexicana en donde un gran espacio te sumerge a una experiencia sensorial de lo que provoca un artista o de lo que quiso expresar por la módica cantidad de $450 por persona.

Entiendo que uno de sus slogans publicitarios es: “arte para todos” tal vez es cierto que hay piezas que no tendrás oportunidad de ver más que en estas proyecciones de alta calidad pero hay muchas que sí lo harás y por un costo mucho menor, la oferta cultural en México es grande, variada y muchas veces gratuita.  OJO. No hablamos de si es una mala proyección, ya que no lo es, su inversión en calidad es impecable, de lo que hablaos aquí es de la sustitución de una pieza por una imagen que te envuelve, pero ¿te refleja? ¿te hace sentir o conectar?

Ahora, tu juzga qué te causa más escalofríos ¿la pieza que fue tocada por las emociones, las manos y las expresiones de un artista? O ¿las proyecciones y reinterpretaciones tecnológicas en un contexto de promoción cultural con una ganancia sin tener ninguna pieza física?

 

*Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas.

 

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