Claudia SAGREDO*
CDMX.-Una idea ha rondado mi mente en el paso de estos días, las demostraciones públicas de inconformidad de la sociedad ¿cómo han evolucionado?, ¿podrán surgir corrientes artísticas en la forma de manifestarnos?, ¿se volverán una ola viral que dejará de causar impacto con el tiempo? Y no me malinterpreten, esto no es un ataque a la manifestación o a los temas que cada una de ellas aborda, que respeto y considero relevantes para la actualidad histórica en la que nos encontramos. Lo que veo es lo artístico en ello… lo relacionado a un performance o a una corriente artística que va de la mano de un proceso creativo.
La curaduría de la manifestación. Cómo dentro de los individuos siempre se encuentra la búsqueda de la representación artística en lo que realizamos… el cuidado de la estética… la importancia del mensaje, piénsenlo… separemos al artista de su obra y enfoquémonos en observar el inicio del performance, por mi parte mis referencias se van hacía Kusama, quien durante la Guerra de Vietnam realizó los “Happenings”, en los que ella colocaba puntos infinitos en cuerpos desnudos o recordemos a Marina Abramović, que en uno de sus primeras piezas se colocó desnuda rodeada de diversos instrumentos que iban desde una pluma hasta una pistola y que los observantes podían emplear en ella, sin que ella reaccionara. ¡Manifestación pura!
La forma en la que la manifestación humana se convierte en una forma de representación artística, más allá de estar a favor o en contra o de considerar alguna postura, veamos el acto per se…; de ahí viene mi ejemplo, durante varios años ya han ocurrido manifestaciones unitarias o de colectivos dentro de los espacios culturales. Todos nos hemos asombrado de leer en los periódicos el ataque a través del tiempo a la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci, en el Museo Louvre, que van desde una pedrada -misma que sí dañó la pintura y es consecuencia del vidrio antibalas que actualmente la protege-, pintura de color rojo en forma de protesta por la escasez de medidas de acceso de personas con movilidad reducida en los museos, una taza que se lanzó en protesta del gobierno francés sobre sus políticas de migración, una tarta y sopa para hacer un llamado sobre las condiciones climáticas y el llamado a la alimentación sostenible e igualitaria en el mundo.
Partamos del principio del individuo o colectivo sobre la selección de la pieza a “intervenir” ¿qué parámetros se busca para generar un revuelo?, ¿después realizarán un dibujo sobre una servilleta armando el plan maestro?, posteriormente, y algo de lo que más me causa curiosidad… ¡La seguridad! Todos -bueno al menos todos los que se toman el tiempo de leerme- han estado en un museo, pensemos en qué has hecho para pasar esos arcos de seguridad, en qué resguardas tus pertenencias, en qué tienes a un custodio (seguridad) atrás de ti, si generas sospecha o si te acercas demasiado a las piezas. ¿Cómo metes una sopa? ¿la compras en la misma cafetería? Y, posterior a transgredir la seguridad de los museos, cómo llegas a la pieza, en un movimiento calculado y con segundos para realizarlo tienes que coordinar tu cuerpo con tu voz para poder dar tu mensaje: ¡el mensaje! Que en mi opinión sería la pieza cúspide de la obra, el que se entienda o que se pueda realizar.
En mi limitado conocimiento de creación artística cumpliría el proceso creativo para la culminación artística, y esto va más allá de si estamos de acuerdo con qué piezas icónicas de nuestra historia como humanidad se pongan en riesgo o el diálogo de si vale la pena la destrucción con el fin de la construcción social desde un nuevo paradigma.
La discusión aquí es: las manifestaciones que se realizan en los museos ¿son obras de arte per se?
Y tú, ¿qué piensas? ¿performance, vandalismo o llamado a actuar?
*Mercadóloga y gestora cultural enfocada en autogestión de recursos y relaciones públicas