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Monserrat PORRAS*

Hay llamadas que marcan la diferencia en mi día a día como asesora inmobiliaria. A menudo, al otro lado de la línea, una voz ilusionada me dice: “Quiero vender mi casa”. Y con esa frase se abre una historia que, aunque debería girar en torno a oportunidades y sueños, en muchas ocasiones termina revelando un problema silencioso: la improvisación en la construcción de las viviendas.

Uno de los primeros pasos para poner en venta un inmueble es visitarlo. En esa visita revisamos aspectos técnicos como los metros cuadrados construidos, la calidad de los acabados, el diseño arquitectónico y la funcionalidad del proyecto. Es un momento clave, porque es ahí donde se refleja el verdadero valor de la propiedad. Sin embargo, en demasiadas ocasiones me encuentro con una realidad que se repite: casas construidas sin un proyecto arquitectónico, a base de improvisaciones y decisiones tomadas sobre la marcha.

Muchos propietarios ven en el arquitecto o en el ingeniero un gasto innecesario. Creen que es un lujo contratar a un profesionista y prefieren “ahorrarse” ese costo construyendo poco a poco, conforme lo permite el bolsillo o la necesidad familiar. Así surgen las viviendas que crecen como rompecabezas: un cuarto aquí, otro cuarto allá, una segunda planta sin planeación, escaleras que llevan a espacios improvisados y distribuciones que no favorecen ni la comodidad ni la seguridad.

En el corto plazo parece una solución práctica, pero a largo plazo se convierte en un problema. Porque lo que para la familia representó años de esfuerzo y sacrificio, para un comprador potencial puede verse como un gasto adicional. Muchas veces la construcción improvisada no solo no agrega valor, sino que lo resta. Pero la falta de acompañamiento profesional convierte ese sueño en una inversión que, al momento de vender, no siempre rinde frutos.

Al final, reflexiono: Hace falta una iniciativa por parte del gobierno que impulse un organismo para brindar asesoría gratuita de profesionales que ayude a que las familias construyan con mayor calidad y seguridad. Si queremos un mercado inmobiliario más justo y familias con patrimonios sólidos, es indispensable empezar por ahí.

 

*Soy Montserrat Porras Márquez, orgullosamente oaxaqueña, mamá de dos hijos que me enseñan todos los días nuevas formas de ver la vida y compañera de cuatro hermosos shitzus que llenan mi hogar de alegría. Amante del buen comer, el running y el cycle son mis pasiones, porque me permiten mantener el equilibrio entre disciplina, libertad y bienestar. Con más de 18 años de experiencia en el sector, soy socia fundadora de Allegra Casa Inmobiliaria, empresa dedicada a brindar asesoría integral, confianza y profesionalismo a quienes buscan invertir, vender o comprar una propiedad.

 

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