COMO CONOCÍ A AMLO EN TABASCO EN 1978?

Pedro Martínez Lara.
pmtzlara@hotmail.com

En el año de 1978, cuando el que esto escribe se desempeñaba como Director del Centro Coordinador Indigenista Tzotzil con sede en Bochil, Chiapas, a ocho meses de haber llegado a operar en dicha región, se presentó una emergencia debido a que durante la toma de posesión del nuevo Director que el Instituto Nacional Indigenista había designado para hacerse cargo del Centro Indigenista Tzeltal, Chol, Lacandón, que funcionaba de manera provisional en la ciudad tabasqueña de Tenosique, Tabasco, para atender a las comunidades indígenas chiapanecas de la selva Lacandona, limítrofe con la República de Guatemala, un grupo de Promotores Culturales y Maestros Indígenas Bilingües en su mayoría tzeltales y choles, adscritos a la Dirección Regional de Educación Indígena de esa zona, se opusieron rotundamente a que el Antropólogo Issac López Daza, asumiera la Dirección de ese Centro porque según ellos, tenía pésimos antecedentes al no dar buen trato a las personas indígenas y por ser sumamente autoritario. Con esos argumentos organizaron una protesta tomando las oficinas del INI ubicadas en céntrica calle de la Ciudad de Tenosique; donde inclusive utilizaron una cuerda con la que pretendían colgarlo de un árbol para impedir que tomara posesión del cargo.
Ante tal situación y para resolver dicho conflicto el Director General del INI, que en esos años era el Licenciado Ignacio Ovalle Fernández, desde sus oficinas de la Ciudad de México, dispuso que se me notificara telefónicamente a Bochil, que en forma inmediata me trasladara a la ciudad de Tenosique, Tabasco, para ocupar ese encargo en sustitución del profesional impugnado; por lo que me trasladé a tomar posesión, ante la presencia de varios representantes indígenas y del magisterio bilingüe, que acudieron para atestiguar dicho acto. (Recuerdo que en esa ocasión dejé a mi esposa y a mi hijo Ernesto de un mes de nacido, en Bochil, Chiapas, para que una vez instalado en Tenosique, pudiera trasladarlos a mi nueva adscripción laboral).
En esta responsabilidad me desempeñé a lo largo de dos años, coordinando los programas y acciones de atención a la aguda problemática económica, social, política y agraria derivada de la defensa del territorio de la Comunidad Lacandona que contaba con una Resolución Presidencial de bienes comunales que ascendía a 614 mil, 321 hectáreas de selva. Cabe señalar que dentro de los asuntos que nos correspondía enfrentar con prioridad, estaba la cuestión agraria generada por las constantes invasiones y despojos, tanto de terrenos comunales como de recursos maderables de la Selva por parte de personas ajenas a la región que afectaban a las comunidades originarias lacandonas, tzeltales y tzotziles, que ocupaban dicho territorio; los primeros por ser los dueños originales de esas tierras y los otros dos grupos provenientes de la Región de los Altos de Chiapas, a los cuales por convenio con los Lacandones, se les autorizaba ocupar cierto número de hectáreas para fincar sus viviendas y para tener terrenos destinados a sus cultivos de subsistencia.
Precisamente por la naturaleza de los conflictos agrarios y otros enfrentamientos violentos, el Centro Coordinador a mi cargo, debía gestionar la excarcelación de numerosos indígenas tzeltales y tzotziles (chiapanecos) que por diversas causas se encontraban purgando sentencias en las cárceles de algunas ciudades tabasqueñas como Tenosique, Emiliano Zapata y otras; Sin embargo esta labor se nos dificultaba mucho por no contar con los servicios de un abogado, aunque lo había solicitado de manera constante a los directivos del INI, estos nunca me lo asignaron; por lo que recuerdo que en una Reunión Nacional de Directores de Centros Indigenistas que fue convocada por las autoridades del INI en el Auditorio “Alfonso Caso “, conocí al Director del Centro Coordinador Chontal de Nacajuca, Tabasco, a quien en un receso abordé para presentarme con él, informándole que yo también radicaba en su estado, aunque mi área de trabajo estaba en territorio perteneciente a Chiapas; por esos años AMLO era un joven de alrededor de 25 años, sin embargo se desenvolvía muy bien y desde esa primera platica me enteré que contaba con todo el apoyo político y presupuestal del Gobernador de ese estado, que era don Leandro Rovirosa Wade, porque seguido mencionaba su nombre diciéndome de los recursos que este aportaba para la atención de los indígenas Chontales, lo cual hacía  por conducto del INI de Nacajuca, ya que él se había ganado su confianza.
Procuré más acercamiento con él y en ciertas ocasiones coincidimos en el aeropuerto de Villahermosa, donde me enteré que el Centro Indigenista a su cargo sí contaba con un jefe de Sección Jurídica, que ocupaba un licenciado y luchador social de nombre Nabor Cornelio (ya fallecido), el cual contaba con bastante experiencia en materia de Derecho Penal; por lo que le solicité de inmediato a AMLO, que me apoyara para que este se encargara de la liberación de varios presos indígenas chiapanecos que estaban detenidos, tanto en reclusorios tabasqueños como en otros chiapanecos, limítrofes con el estado de Tabasco.
Recuerdo que en una de las pláticas del aeropuerto, me mencionó que gracias a la ayuda presupuestal recibida del gobierno de Tabasco, elaboró e implementó un proyecto para comprarle calzado a todas y todos los Chontales de la Región de Nacajuca; a lo cual mi comentario fue que mejor les hubiera regalado algo productivo, ya que lo más seguro era que no usarían los zapatos y que solo los guardarían, pues la zona donde habitan, son puros pantanos, lodazales y charcos, donde no se pueden ocupar esa prendas; pero él defendió su proyecto argumentando que no era justo que siempre anduvieran descalzos. En otra ocasión también me presentó a un líder chontal de Nacajuca de nombre Auldarico Hernández Jerónimo, el cual varios años más tarde me enteré que AMLO lo había impulsado para que fuera Senador de la República, habiéndolo postulado por el PRD; sobre su actuación como Senador, nunca tuve conocimiento, pero varios años más tarde en los ochenta, cuando trabajaba yo como funcionario en las oficinas centrales del INI, fui comisionado para ir a Nacajuca a tratar de negociar que los chontales regresaran las instalaciones de la Radiodifusora “la Voz de la Chontalpa”, dependiente del INI, para poder renovar sus equipos y que esta volviera a operar, ya que como protesta, las comunidades la mantuvieron cerrada y abandonada por muchos años; sin embargo y aunque dialogué en su domicilio particular con el líder Auldarico Hernández, no logré que accedieran a entregar la mencionada radiodifusora, lo cual solo hicieron, cuando AMLO llegó a la Presidencia de la República.
Continuará.

 

 

Compartir