CANDIDATOS NO REGISTRADOS

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández

Desde mucho antes de que Nicolás Maquiavelo escribiera “El Príncipe” (1513), pero sobre todo después, ha habido la percepción de que el oficio de político puede o debe ser considerado por lo menos como sinónimo de pragmático, pues muchos que concluyen su lectura sostienen que el fin justifica los medios. Así es que, a partir de ese libro clásico, cuando se quiere enaltecer a los políticos se les llama “maquiavélicos”; como una forma inevitable de reconocer su experiencia y oficio en su materia. Esto no se explica fácilmente, porque si usted acude a su teléfono celular y busca otros sinónimos de la palabra “maquiavélico” va a encontrar una diversidad de significados, por ejemplo: astuto, engañoso, pérfido, maquinador, perverso, taimado, malintencionado, maligno, malvado, solapado, ladino, entre otros, para explicar, suponer o justificar que se trata de personas faltas de ética.

Desde luego que los políticos de oficio deben estar agradecidos con Max Weber, quien en otro libro clásico, “La política como vocación” (1919), hace una cuidadosa distinción entre la ética de la convicción -la de cualquier persona común y corriente, como usted o como yo- y la ética de la responsabilidad -atribuible por dicho autor, casi como obligatoria, solo a quienes desarrollan el oficio de políticos-. La distinción ofrecida por Weber, finalmente, no es más que una inteligente argumentación para explicar o justificar el carácter “maquiavélico” del oficio citado. Razones todas por las cuales escribo este texto para dejar constancia de mi admiración a un grupo de personas que conocí recientemente, a quienes de ninguna manera se les puede atribuir el adjetivo de “maquiavélicos”, no obstante que estén dedicados consciente, deliberadamente, a hacer política, política electoral.

Hace varias semanas, mi amigo el doctor Diteos Domínguez, alma y motor de la asociación profesional Politólogos y Administradores Públicos, me invitó a compartir el tema “Candidatos no registrados” en un panel de los que frecuentemente organiza la asociación y en los que con gusto participo. De entrada, me pareció un tema algo poco frecuente -particularmente en el contexto del proceso electoral en curso ya en plenas campañas electorales, cuando se empiezan a dar los debates entre candidatas y candidatos-. Pero con gusto me puse a investigar sobre el tema específico y encontré datos muy interesantes, como los que adelante cito -y otros más que en otra ocasión comentaré-, aunque traté de iniciar mi intervención con cautela. Por lo que comencé así cuando solicitaron la identificación y opinión de cada uno de los panelistas que intervenimos en el debate -algunos en entidades federativas tan distantes de la Ciudad de México como Chihuahua, Oaxaca, Sinaloa o Yucatán-:

“Soy profesor e investigador dedicado a tiempo completo a la vida académica. No milito en partido político alguno, ni pretendo ser postulado a un cargo de elección popular; pero reconozco el valor fundamental de la democracia y por esto felicito de manera muy efusiva a quienes incursionan por el camino de la búsqueda del voto popular”; cautela, pues conforme avanzaba la reunión a la que llegué empecé a darme cuenta que se trataba de personas que participan en este proceso electoral en curso como candidatos no registrados -lo que me hizo recordar de inmediato el valioso y útil precedente de Valentín Campa Salazar, al cual desde luego me referí en cuanto pude-.

En esa intervención inicial, respecto al proceso electoral en curso expuse la siguiente opinión:  “En principio se anuncia como una elección de Estado, en virtud de los cuantiosos recursos disponibles para el partido oficial, pero también por las intervenciones que todas las mañanas tiene el presidente de la República a favor de su gobierno y de su coalición partidista -contrario a lo que disponen la Constitución y las leyes electorales en materia de comunicación política gubernamental-. Por lo que todos constatamos que se comporta como si fuera candidato a la presidencia, no solo como coordinador de campaña. Por fortuna, reitero, lo que se anuncia como una elección de Estado, todo indica ya, ahora, que a pesar de ello va a ser una elección muy competida. La moneda está en el aíre. Este arroz está muy lejos de coserse todavía, contra todo lo que digan las encuestas cuchareadas.”

En una segunda intervención entré directamente al tema de la manera siguiente:

“Empiezo por la definición de candidato no registrado: Es una persona que, sin haberse registrado como candidato para una determinada elección, recibe los sufragios de los ciudadanos que simpatizan con él, en el espacio destinado a candidatos o fórmulas no registradas que aparece en las boletas electorales.”

“En México, en la legislación electoral sí se considera la candidatura no registrada. El cuadro correspondiente aparece en las boletas electorales.”

“Más aún, el artículo 266, párrafo 2, inciso j) de la LEGIPE -Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales-, establece que la boleta electoral debe contener “Espacio para candidatos o fórmulas no registradas”. De este modo, un voto para un candidato no registrado formalmente no es un voto nulo, pues el artículo 291 de la LEGIPE consigna que estos deben ser asentados en el acta por separado.”

“La tesis XXXI/2013 del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación establece que las boletas electorales deben mantener un recuadro para candidatos no registrados. Pero la tesis XXV/2018 señala a su vez la “Inexistencia de un derecho a la inscripción del nombre en el recuadro “candidatos no registrados”.”

“La única diferencia entre candidatos registrados por partidos políticos, independientes o no registrados es que estos últimos no realizan un trámite previo. Sin embargo, deben asegurarse de cumplir con los requisitos que marca la ley de acuerdo con el cargo que desean ocupar de modo que el voto resulte válido” -pues en caso de resultar ganadores deberán acreditar el cumplimiento de dichos requisitos para no resultar inelegibles-. “Al no tener ninguna regulación de requisitos previos, cualquiera puede ser un candidato no registrado.” Para ese momento ya me había dado cuenta que los demás panelistas eran candidatos no registrados y de que entre el público -presencial y vía zoom- había muchos candidatos no registrados que ahora mismo están en campaña.

Por eso, es que a la necesaria pregunta que yo mismo formulé “¿Puede ser declarado ganador de la elección un candidato no registrado?”, contesté con los precedentes conocidos recientes, tanto aquellos en los que sí se les reconoció el triunfo como donde se les negó, todos ellos en elecciones municipales -nunca, hasta donde yo sabía, en una elección estatal o federal-. El tiempo disponible no me permitió explicar y argumentar puntualmente -aunque algo pude decir- que en la partidocracia mexicana los tratados internacionales en materia de derecho humanos -particularmente en cuanto a derechos políticos del ciudadano- fueron suscritos alegremente, pero nunca cumplidos, como sigue sucediendo frecuentemente hasta la fecha.

Al efecto, el mejor ejemplo es la forma como la partidocracia mexicana ha regulado las candidaturas independientes; solo es necesario leer el Libro Séptimo, De las Candidaturas Independientes, de la LEGIPE, para darse cuenta que la vigencia de la partidocracia mexicana -independientemente de su protagonismo en la transición mexicana a la incipiente democracia que por lo menos me permite escribir, decir y publicar esto, espero, sin ser castigado por alguien- no nos ha llevado a una auténtica participación ciudadana libre en los procesos electorales propia de una democracia -ni para la elección de los dirigentes partidistas ni de sus candidatos a cargos de elección popular-. Más aún, el único candidato independiente a la presidencia de la República en la historia política de México estuvo sujeto a proceso y en la cárcel -formal y materialmente por haber participado como candidato independiente-.

Por todo eso es que fue una grata y magnífica experiencia haber tenido la fortuna de conocer y escuchar a un grupo de ciudadanas y ciudadanos mexicanos convencidos de la necesidad de su participación electoral como candidatos no registrados, para contribuir al fortalecimiento de la democracia mexicana. Me quedó claro que el precedente que sentó Valentín Campa Salazar está vigente. Por su experiencia, arraigo y activismo estoy seguro de que varias de las y los candidatos no registrados en campaña que escuché pueden conseguir muchos votos, no sería extraño que algunas de ellas y ellos puedan triunfar.

Fue emocionante escuchar los argumentos de un candidato no registrado a la presidencia de la República; y haber estado sentado al lado de un candidato no registrado a la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México y de tres candidat@s a diputaciones. Sobre todo, porque pienso que su mayor triunfo será la reforma constitucional que viene para abrir la posibilidad de que las candidaturas independientes sean verdaderamente abiertas a las y los ciudadanos libres. Hace muchos años llevé Educación Cívica en la escuela, pero ayer por la tarde -después de muchos años- volví a asistir a una clase de Educación Cívica.

La crisis de credibilidad de los partidos políticos mexicanos antes y ahora en el poder, pero particularmente la del partido político ahora en la presidencia y la mayoría legislativa, va a permitir el triunfo de una candidata que se precia de no pertenecer a un partido político, aunque sea postulada por tres de ellos. La obligación ética de esa candidata presidencial triunfante -paradójicamente sin partido- es la de asegurar, entre otras muchas reformas para hacer realidad la democracia mexicana, que no haya ciudadanos que tengan que recurrir a hacer campaña como candidatos no registrados para hacer escuchar sus demandas, y que puedan ganar si el voto popular les favorece -pero, para entonces, como candidatos independientes-.

Será hasta entonces, cuando la mano invisible del mercado político electoral obligará a llevar la democracia electoral al interior de los partidos políticos nacionales y locales -donde hasta ahora solo existe simulación-, para de esta manera -la reforma constitucional y legal que propongo para eliminar todas las trabas existentes ahora para el registro de candidatos independientes- hacer posible algún día -de manera natural y plena- la democracia nacional mexicana en el ámbito político electoral.

Ciudad de México, 20 de marzo de 2024.

Eduardo de Jesús Castellanos Hernández.

Profesor e Investigador. Doctor en Estudios Políticos (Francia) y doctor en Derecho (México). Posdoctorado en Control Parlamentario y Políticas Públicas (España) y en Regímenes Políticos Comparados (EUA). Tiene la Especialidad en Justicia Electoral otorgada por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es autor de libros de Derecho Público, Privado y Social; Administración Pública y Ciencia Política; Derecho Electoral y Derecho Procesal Electoral; sus libros se encuentran en bibliotecas, librerías, en Amazon y en Mercado Libre. Las recopilaciones anuales de sus artículos semanales están publicadas y a la venta en Amazon (“Crónica de una dictadura esperada” y “El Presidencialismo Populista Autoritario Mexicano de hoy: ¿prórroga, reelección o Maximato?”); la compilación más reciente aparece bajo el título PURO CHORO MAREADOR. México en tiempos de la 4T” (solo disponible en Amazon).

 

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