Marisol CRUZ
¿Dónde naciste y cuál es tu formación académica?
Nací en la Ciudad de México, pero a los dos años, mi familia se fue a vivir a Oaxaca, y aunque haya nacido en otro estado, yo soy oaxaqueña; como diría Chabela Vargas, “los mexicanos nacemos en donde uno es de donde se le antoja” ¿no?
Respecto a mi formación académica, estudié Comunicación en la Universidad Iberoamericana (IBERO) campus Puebla, y saliendo, mi primer trabajo fue en el área de promoción de una universidad. La vida me llevó a las relaciones públicas por lo que estudié ello, así como un diplomado en gestión cultural por la Secretaría de Cultura que, en realidad, pudo haber sido una especialidad de gestión cultural. Después, comencé a hacer festivales de cine y es ahí cuando decido estudiar producción cinematográfica en el Centro de Capacitación Cinematográfica en la Cdmx.
¿Qué te atrajo del cine? Porque generalmente, al hablar de el, pensamos en Hollywood, en esa parte del estrellato y fama.
El cine me atrajo por mi familia. Recuerdo grandes momentos con ellos viendo cine; mi mamá estudió artes plásticas y el cine junta todas las artes (fotografía, pintura, escultura, etc.). Además, mi papá siempre fue muy de cine; le gustan las películas más clavadas, más experimentales, Bergman, los clásicos, mientras que a mi mamá más de comedia romántica, comercial. Y después, vi que no era tan difícil hacer cine cuando platiqué con productores.
¿Cómo es el cine mexicano después del boom que tuvo? Por ejemplo, tenemos a Guillermo del Toro quien ha logrado volver la industria hacia México.
El cine mexicano en la época de oro, era una chulada y formaba parte de la canasta básica -por así decirlo- porque era asequible y había permanencia voluntaria (es lo que debería retomarse otra vez). Ahora, se comercializó y se volvió un lujo.
La buena época del cine decayó un poco con las películas de ficheras, pero aún así, el mexicano seguía consumiéndolo y nos guste o no, ello salvó a la empresa cinematográfica de una crisis económica brutal; de ahí viene ya la nueva ola con películas como “Y tu mamá también”, “Amores Perros”, “Sólo con tu Pareja” y Amores Perros”.
Ahora, el cine mexicano es muy amplio (hay comedias independientes, drama, terror, suspenso), pero el problema es que no hay distribución; hay más de 100 películas que se hacen al año y de esas se estrenan la mitad o menos. Somos buenísimos para el cine de terror y la comedia.
Creo que tenemos que empezar a ver cómo contar distinto las historias y no repetir lo que se sabe tendrá éxito.
¿Cuáles son las dolencias del cine mexicano?
El presupuesto y el apoyo desde el gobierno. Nuestro talón de Aquiles es la burocracia en el sentido que el gobierno no se acerca a hablar con los realizadores de cada entidad federativa para saber cómo se hace cine en su zona porque las condiciones son distintas. Asimismo, es el querer monopolizar temas como el indígena, el de la mujer o el de la comunidad LGBTQ; lo que quieren esos sectores son ser tratados igual que una mujer u hombre heterosexual. El siguiente paso para mí, es lograr ello. Por otra parte, el gobierno tiene que ponerse las pilas para promoverlo y llevarlo a toda la gente.
Cuéntanos de tu experiencia de crear festivales de cine como 24 Risas X Segundo y más, siendo mujer
Es complicado, la verdad. Yo llegué con la Red mexicana de Festivales Cinematográficos que era una asociación (era porque ya no han hecho absolutamente nada y si lo han hecho, no se nota) y como empezamos todos al mismo tiempo en este camino, nos cobijamos y nos apoyábamos mucho. En el cine fue todo lo contrario.
Hacer una película, es caro, y como ya sé que ha todos nos falta recurso en este medio, decidí echar a andar mi festival con otros dos locos como yo, en vez de andar salvando el de otros. Nos decidimos por el género de comedia porque es lo que más se consume en México y como una manera de acercarle el cine al público.
¿Cómo ha sido la representación de las mujeres indígenas dentro de las propias películas mexicanas? porque se ha visto un cierto estereotipo marcado por los propios mexicanos.
Sí existe el estereotipo que toda la gente de tez morena tiene que asumir el papel de indígena. La representación de este sector ha crecido muchísimo y hay actores muy fuertes como Ángeles Cruz, y a pesar que tiene muchísimos años en el gremio y que es súper famosa, sigue buscando la forma de hacer cine y de dignificarlo. Su película Nudo Mixteco, son varias historias de amor dentro de su comunidad y no es ningún cliché; de pronto, es su vida cotidiana, pero para los extranjeros que la vieron, ha de haber sido como algo nuevo.
Creo que el tema va en cómo nos ven de fuera y nosotros queremos imitar a los de fuera y cambiamos nuestra visión; lo bueno, es que la gran mayoría ya están haciendo películas que no entran en estos clichés y también las nuevas tecnologías han apoyado mucho para que nuestras poblaciones aquí en Oaxaca puedes hacer una película, porque ya es más fácil encontrar equipo y solucionar las adversidades que surjan en el rodaje; eso ha facilitado que la gente pueda contar sus historias en festivales de cine.
Pero también la línea es delgada entre el objetivo de dar a conocer otras realidades y que se convierta en un show, porque te da ganancias y te abre a otros mundos como el caso de Roma que es la película más discutida para bien y para mal. Es buena la inclusión, pero hasta cierto punto, normalizarlo sin que tenga que ser ridiculizado.
Sí, el asunto creo que es ese, cómo hacerle para que la persona no termine ridiculizada. Por ejemplo, tenemos el personaje en la India María que al final es una sátira de una persona que llega del campo a la gran ciudad dando cuenta de todas las cosas que sufría y sufre la gente.
También, hay un prejuicio imaginario que no lo tenemos consciente, en el que creemos que, por el aspecto del actor, sólo le quedan ciertos papeles; debe ser horrible ser actor y escuchar que eres demasiado delgado, demasiado moreno, demasiado blanco, demasiado asiático, etc., y se entiende su frustración por saber que sólo los quedan cierto tipo de papeles.
Tenemos que hacernos coco wash, re educarnos, para cambiar esta forma prejuiciosa de pensar; contribuir a ello es mi sueño utópico.
¿Cuál es el reto para Milka?
Sobrevivir en este mundo cinematográfico. Al salir de la escuela, lo primero que pensé es que quería trabajar como coordinadora de una gran producción en alguna de las grandes plataformas y aun quiero porque pagan bien, pero mi objetivo ya no es buscar estar ahí a menos que la oportunidad se dé. Si la gente me va a buscar, va a ser porque quieren trabajar conmigo o si yo llego a un proyecto, es porque sé que estaré contenta.
Mi objetivo ahorita es apoyar como me apoyaron a mí y empezar a dignificar mi trabajo porque ya cumplí mi cuota y ahora me toca subir un peldañito más que es ganar fondos para empezar a hacer una película como se debe que incluye poder pagar sueldos y trabajar con gente que tenga otra visión de trabajo. Me tardaré tres años, pero sé que voy a conseguir consolidar mi nombre y mi trayectoria como una productora seria que quiere ir alcanzando nuevos retos. Asimismo, otro objetivo es tratar de sacar el Festival de Cine de Ciudad de México
¿Quién es Milka Ibáñez como mujer y como productora dentro del mundo del cine?
Sigo siendo una mujer con una parte infantil muy divertida, que se sigue sorprendiendo con cosas tan pequeñas como ver a la cuija que está en mi cuarto.
Soy una mujer más asertiva para no traicionar mis ideales y mi forma de ver la vida sin imponer mi visión, aunque soy un poco histérica un poco, pero abrazo mi histeria.
Tres influencias, personales, profesionales.
Voy a decir algo que es cliché, pero Don Guillermo del Toro es una influencia. No hay ninguna película que no me guste de él y a su vez, lo admiro porque fue el que más le luchó en esta industria por ser el gordito, de clase media y por haber tenido problemas en su casa. Me sentí identificada con él.
El segundo, va ha sonar raro, pero son Los Simpson porque me ayudaron a sobrellevar las cosas trágicas. Matt Groening presentaba las historias de tal manera que, en vez de llorar, reías, inclusive, mi primer libro fue el Libro para la vida de Bart Simpson.
Los terceros son mis maestros Víctor Corres y Joaquín, de la preparatoria en Oaxaca llamada Blaise Pascale, y en la universidad, la maestra María Blanca.
También, tengo varios maestros de cine que admiro porque te ponían a pensar, a reflexionar, pero ninguno me marcó tanto como los mencionados.
Una anécdota o enseñanza que te siga marcando
Trabajé para una plataforma donde me la pasé bastante mal y cuando me corrieron, aprendí que, aunque quiera quedarme trabajando en un lugar y que sienta que tengo que darlo todo, si el proyecto no está bien hecho, si no hay presupuesto, si no tienen orden, es mejor retirarse para ahorrarse muchos problemas.