Ernesto LUMBRERAS*
GUADALAJARA, JAL.-Al duranguense Xavier Icaza (1892-1969) se le identifica con el movimiento estridentista, autor conocido especialmente por su novela Panchito Chapopote. (Retablo tropical) publicada en 1928. No sé si los guadalajarólogos tengan en sus fichas la novela breve, Mitote de la Toloacha aparecida en una edición modesta en 1955 con dibujos de Tisner; el libro cuenta la historia de una pareja de proxenetas arrepentidos, la Toloacha y el Charifas, quienes vivían en la Ciudad de México organizando rifas de muchachas en un tugurio del centro; con la intención de cambiar de giro profesional, viajan a Guadalajara para conocer a un hierbero y una curandera que los introducirán en el oficio de las hierbas medicinales y la brujería.
Con tal pretexto, los protagonistas toman el tren y viajan a la capital de Jalisco. Cumpliendo sus compromisos laborales, aprovechan la visita y conocen la ciudad así como sus alrededores, hospedándose en el Hotel Gallo en las inmediaciones de San Juan de Dios, barrio afamado por su comercio y por su zona de tolerancia. En calidad de anfitriones, los pasean Lola Cuentas y el profesor Cardona, director del museo. Pienso que los modelos de los personajes son la cuentista Lola Vidrio y el pintor Ixca Farías. ¿O será José Guadalupe Zuno? La Toloacha y el Charifas van a San Pedro Tlaquepaque, Tonalá, Zapopan y San Juan de los Lagos, quedando pendiente Talpa pues anhelaban visitar los tres santuarios de la tríada de vírgenes veneradas del Occidente de México. Cumplidos sus compromisos de trabajos, sus deberes espirituales y sus antojos del cuerpo, la singular pareja regresa a la capital para instalar su changarro de plantas y conjuros por el rumbo del mercado de la Merced.
La mirada de Icaza sobre la Perla Tapatía es rápida y turística, irónica y locuaz, permeada de hedonismo y desenfado. En algún momento de su estancia salta el nombre del muralista Orozco pues Lola Cuentas —Lola Vidrio fue amiga del pintor y directora de la Casa-Estudio Orozco a comienzos de los años cincuenta— quiere “desasnar” a sus invitados quienes realmente sólo están interesados asuntos mundanos como el tequila, el mariachi, la birria de chivo, la belleza de las tapatías… Estos sibaritas pueden prescindir, sin culpa, de la culta cultura. Los dibujos de Tisner, seudónimo del artista catalán Avel lí Artis-Gener, empatan a la perfección con la prosa coloquial y bulliciosa de Xavier Icaza. Para vanidad del terruño, el también genial caricaturista dejó una vista de la Catedral de Guadalajara desde una de las fuentes de la Plaza de la Liberación —recién concluida en 1952, obra del arquitecto Ignacio Díaz Morales— y otra más del Santuario de Zapopan en plena fiesta de la llevada de la Generala.
Xavier Icaza fue amigo y discípulo de los principales escritores de la generación del Ateneo de la Juventud, especialmente de Alfonso Reyes, Pedro Henríquez Ureña y Julio Torri, destacado abogado, juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación durante el periodo cardenista. Su obra literaria pasa actualmente por una estancia indefinida en Limbo. Escribió novela, cuento, ensayo y poesía. Entre los escritores que dedicaron páginas de su literatura a las prodigios, misterios y contradicciones de Guadalajara, el Mitote de la Toloacha pone un acento particular de inocultable picaresca, un cuadro de época que retoma el color local, tan explotado por el cine mexicano, para construir episodios de viva mordacidad, eficaces paradojas que ponen en entredicho el paisaje de las postales de supuesta belleza ineluctable.
*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) *De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es