Ernesto LUMBRERAS*
GUADALAJARA, JAL.- En el Boletín número 1 de la Junta Auxiliar Jalisciense de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, José María Arreola (1870-1961) comparte sus indagaciones filológicas en torno del significado del nombre de la mayoría de las cabeceras municipales de Jalisco. Anota en la introducción de su estudio, publicado en 1935, las dificultades muy particulares de la región para levantar con total certeza la etimología prehispánica de nuestras comunidades a diferencia de las asentadas en el centro del país: “En el Anáhuac y en otros lugares de cultura avanzada, hubo el recurso de que muchísimos nombres estaban consignados, con sus elementos fonéticos y etimológicos, en las escrituras jeroglíficas e ideológicas que con tanto éxito cultivaron sus habitantes.” Y si a eso sumamos el carácter violento y de exterminio de la conquista y la colonización en la región Centro-Occidente, agrega Arreola, la expectativas de fidelidad respecto de las antiguas denominación se reduce: “Muchos nombres de difícil pronunciación para los conquistadores, fueron estropeados por ellos al eufonizarlos según la habla castellana, y faltó, desde aquella época, quien los hubiera rectificado; en este caso se hallan los nombres de Mascota, Tlaquepaque, Poncitlán y otros.”
La información filológica del nombre de Ahualulco que propone Arreola tiene variantes respecto de la denominación hegemónica, “Lugar rodeado o coronado de cerros”; la sierra de Ameca y la de Tequila, supongo, justificarían tal descripción de cerco y corona. Sin embargo, para el sabio zapotlense la toponimia sugiere algo más próximo, algo más íntimo: las lomas o mesas que bordean y custodian el arroyo de El Cocolisco, ese hilo de agua que baja de los cerros y cruza el valle, rodeando nuestro pueblo, a buena distancia de los caseríos y que desemboca en la laguna de Teuchitlán. Anoto completa la entrada escrita por José María Arreola: AHUALULCO, YAHUALULCO. —co, terminación de lugar; olola, dar vuelta, hacer cerco o trinchera de montones de tierra; yahualli, rodete. “Lugar donde hay cercos o trincheras de tierra.” Cerca de Ahualulco corre paralelamente a la vía, un arroyo, y a la margen derecha hay un extenso lomillo que paréceme artificial: es de más de un kilómetro y como de 20 metros de altura. Convendría hacer algunas exploraciones.”
No me cabe la menor duda que José María Arreola anduvo por nuestro terruño y por el de otros pueblos vecinos, complementando su investigación documental con estudios de campo, preguntando a nuestros paisanos de aquella época asuntos y curiosidades históricas, antropológicas y arqueológicas. De aquellos viajes a la región valles, también sacaría en claro sus versiones, tan singulares a veces y, por qué no decirlo, a menudo poéticas como la toponimia de Etzatlán, que según sus entendederas significa “Lugar en donde usan las ceremonias del atole al comenzar las aguas.” O la de Tala, “Lugar de muchas tierras de labor, la de Tequila, “lugar de tributos”, la de Teuchitlán “Lugar dedicado al reverenciado dios” y la de Ameca, “Lugar en donde el viento sopla del otro lado del río.” Por lo que comenta sobre nuestro pueblo, tal vez el asentamiento indígena llamado Ayahualulco, destruido en la llamada Guerra del Salitre, estuvo ubicado en los márgenes del más renombrado de nuestros arroyos, por esas lomas o terraplenes por donde se ubica el lienzo charro La Herradura, la colonia La Floresta y el camino de Cintalapa.
* Pie de foto: Torre de Ahualulco * Acuarela del artista Miguel Contreras
*De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es