- Ernesto LUMBRERAS*
GUADALAJARA, JAL.- Eupalinos o el arquitecto de Paul Valéry es un homenaje, pero sobre todo, una indagación a los misterios órficos de la arquitectura. Aunque hay ediciones más recientes en España y Argentina, la traducción realizada por el arquitecto mexicano Mario Pani, publicada por la Editorial Cultura en 1938, fue la primera que circuló en nuestra lengua. El escritor francés recrea en este libro un diálogo chispeante de inteligencia y humor entre Fedro y Sócrates, ambos habitantes del mundo de los muertos; conmovido y nostálgico de la belleza de los mortales, Fedro le refiere a su maestro pasajes de la vida del arquitecto Eupalinos, demorándose en ciertas anécdotas y citas sobre las significaciones estéticas como filosóficas, incluso, eróticas, que suscita su profesión de constructor de edificios y templos.
En uno de los diálogos iniciales, Fedro recuerda que para este arquitecto griego del siglo VI a. C., famoso por la construcción del túnel de Samos, sus creaciones materiales se permean espiritualmente de sus pasiones amorosos. Por eso afirma: “mi templo conmueva a los hombres como los conmueve el ser amado”. Por si resultara retórica esta frase, mero ornamento verbal, Eupalinos cita un ejemplo concreto: “Escucha Fedro (seguía diciendo), ese pequeño templo que levanté para Hermes, a unos pasos de aquí ¡si supieras lo que es para mí! Ese templo delicado, nadie lo sabe, es la imagen matemática de una hija de Corinto, que amé felizmente”. Con este tipo de asociaciones, es fácil imaginar el particular interés, la seducción mayor que llevó al arquitecto Pani a traducir esta pieza literaria descrita por una de las glorias de las letras francesas del siglo XX.
En este banquete de muertos, Sócrates, maravillado con la estética de Eupalinos, con sus recreaciones metafóricas, se convence que sólo la arquitectura alcanza la dimensión ontológica de la música, el vasto dominio donde sus lenguajes son puntos de partida y llegada en sí mismos, sin recurrir a la representación de la realidad. Para ahondar esta posición, Fedro recuerda estas palabras del arquitecto nacido en Megara: “Dime (ya que eres tan sensible a los efectos de la arquitectura) ¿no has observado, al pasearte por esta ciudad, que entre los edificios que la componen, algunos son mudos, los otros hablan y otros en fin, los más raros, cantan?” Bajo tal clasificación, el paseante de las urbes modernas puede identificar edificios públicos y privados, templos y estaciones de transporte, estadios y hospitales, cárceles y teatros. Al final de su caminata podrá identificar ¿cuáles son los inmuebles mudos, parlanchines y cantantes?
Posiblemente esta obra de Valéry se convirtió en libro de cabecera de varias generaciones de arquitectos mexicanos, de la de Juan O’Gorman y Luis Barragán, de la de Teodoro González de León y Ricardo Legorreta. ¿Seguirá hoy en día en el interés y en la curiosidad de los alumnos de las escuelas de arquitectura? Por supuesto, se trata de una obra de invención del poeta francés puesto que del legado de Eupalinos sobrevive muy poco. Las tesis expuestas en el libro, claro está, están en correspondencia con las ideas de Paul Valéry, varias de éstas en sintonía con la obra y el pensamiento de Leonardo da Vinci; por ejemplo, esta afirmación puesta en boca de Sócrates resume su visión de empatía entre la música y la arquitectura que “hacen pensar en algo muy diferente a ellas mismas; como los monumentos de otro mundo”.
*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) *De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es