Ernesto LUMBRERAS*
GUADALAJARA, JAL.- Tuvieron sus diferencias: Pablo Neruda condenó públicamente, en 1949, Los días terrenales de José Revueltas por no apegarse al libreto del realismo socialista. Las purgas del Partido Comunista también marcaron diferencias insalvables entre estos dos escritores. No obstante, dos décadas después, el poeta chileno escribió en 1970 una carta emotiva a Luis Echeverría pidiendo la liberación del mexicano preso en Lecumberri, poco después de los acontecimientos de octubre de 1968. Años atrás, había redactado unas líneas pidiendo a Adolfo López Mateos que dejara libre al pintor David Alfaro Siqueiros y a otros comunistas involucrados en los disturbios sociales del movimiento ferrocarrilero.
Tras enterarse de la muerte del poeta chileno, ocurrida en una clínica de Santiago de Chile, el 23 de septiembre de 1973, doce días después del golpe militar contra el gobierno de Salvador Allende, Revueltas escribió una misiva fraterna que se publicó en la Revista de la Universidad. A continuación comparto dicho documento con el propósito de rendir tributo a Pablo Neruda, el Premio Nobel de Literatura 1971, a cincuenta años de su partida
Pablo:
Tu muerte es una nueva herida que se abre en el convulso cuerpo de América. Una herida con sal de litorales, otro nuevo desgarramiento, otro pesar. No, la estrella chilena no se levanta, sino se oscurece en este continente de tinieblas. ¿Qué hemos de esperar con los labios atados, con las manos muertas, con el viento helado del imperialismo, que yerma nuestro suelo y despoja nuestros espíritus? Es larga nuestra noche, y larga, larga, la sombra de nuestros héroes, todos muertos. Sandino es una mancha de sangre en Centroamérica; Martí —nuestro Martí poeta, nuestro Martí relámpago— navega en el Caribe, timonel de un barco fantasma…. y el Ché, cuyo solo nombre es un sollozo. ¡Comandante de nadie, comandante de todos! ¿Qué debemos —qué podemos— hacer de esta soledad maltrecha, de estos corazones a la deriva, de estas lágrimas y estos ríos geográficos que salen de nuestra entraña de desesperación, esto es, de América?
Una horrible bandera ocupa nuestro cielo: lo sabemos; cada día, a cada amanecer, oscurece el horizonte, nos deja sin aurora. Bien; fue la bandera de Lincoln… pero fue y ya no volverá a serlo, ya no, jamás. Sus barras son la cárcel y sus estrellas están hechas de basura y de billetes, de prostíbulos y concesiones, que transitan, obscenas, por el Canal de Panamá.
Pablo: desde la tierra donde estoy contigo, he de decírtelo: no permanecerás mudo, no descansarás en paz, seguirás viviendo en guerra, con tus labios corroídos, con tus huesos, con tu alma viviente y pura.
Te lo pedimos, te lo lloramos, Pablo Neruda: ¡no descanses en paz!
José Revueltas
*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) *De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es