Ernesto Lumbreras
GUADALAJARA, JAL.- El primer gran amigo cubano de Pablo Neruda fue Nicolás Guillen. Estuvieron juntos en los años difíciles de la Guerra Civil Española. Hay una foto de esa época donde aparecen los dos acompañados de César Vallejo y otros personajes. ¡Vaya trío de bardos! Durante su misión diplomática en México, 1940-1943, el chileno hizo un viaje a Cuba después de unas semanas de suspensión de su cargo por opinar sobre asuntos de políticos de Brasil. Regresaría a la isla en diciembre de 1960, en alba de la revolución a la que escribiría un libro, Canción de gesta, publicado en La Habana ese mismo año. Para entonces, su relación con Guillen se había enturbiado por celos de fama y otras menudencias. Sin embargo, la ruptura con el régimen de Fidel Castro vendría a mediados de 1966, a razón de una gira del poeta de Residencia en la tierra por Estados Unidos y de un desayuno con el presidente de Perú, enemigo jurado de la guerrilla latinoamericana.
El comandante Castro ordenó a sus intelectuales condenar enérgicamente los actos contrarrevolucionarios del poeta vía una carta firmada por 150 artistas cubanos que denunciaron “las debilidades” del chileno frente al enemigo imperialista. Entre los firmantes se encontraban Alejo Carpentier, Nicolás Guillén, Juan Marinello, Félix Pita Rodríguez, Roberto Fernández Retamar, Lisandro Otero, Edmundo Desnoes, Ambrosio Fornet, Virgilio Piñera, José Antonio Portuondo, Alfredo Guevara, Onelio Jorge Cardoso, José Lezama Lima, Samuel Feijoo, Pablo Armando Fernández, Heberto Padilla, Fayad Jamis, César López, Jesús Díaz, José Triana, Mirta Aguirre, Miguel Barnet, Jesús Díaz, César Leante, Antón Arrufat, Graziella Pogolotti, José Rodríguez Feo, Nancy Morejón, Tomás Gutiérrez Alea, Leo Brower, Mariano Rodríguez… El gobierno castrista envió la misiva prácticamente a todos los rincones del planeta. Jorge Edwards, amigo y colaborador cercano del vate, dice que vio la carta en el escritorio del Artur Lundkvist, miembro de la academia sueca; un poco en broma, un poco en serio, se especula que el Premio Nobel de 1967 entregado a Miguel Ángel Asturias se iba a dar en realidad al chileno. Es de celebrar no ver los nombres de Dulce María Loynaz, Eliseo Diego, Fina García Marruz y Cintio Vitier en esta carta ominosa, propia de la inquisición. Tampoco figuraba el nombre de Virgilio Piñera en la primera redacción del documento; dice Guillermo Cabrera Infante que la explicación que dio Piñera a las autoridades fue que el día de la recolección de firmas no estaba en su departamento porque estaba en casa de un amigo jugando canasta.
Poco después del agravio de los cubanos, Pablo Neruda sumó un nuevo poema al libro Canción de gesta, la oda a la utopía revolucionaria de los milicos barbones. El añadido se titula “Juicio Final”; van aquí unas estrofas donde pasa la hoz y el martillo sobre las cabezas de tres de los orquestadores de la mísera carta abierta, Nicolás Guillén, Alejo Carpentier (el eterno neutral) y Roberto Fernández Retamar:
Este libro, primero entre los libros
que propagaron la intención cubana,
esta Canción de Gesta que no tuvo
otro destino sino la esperanza
fue agredido por tristes escritores
que en Cuba nunca liberaron nada
sino sus presupuestos defendidos
por la chaqueta revolucionaria.
A uno conocí, cínico negro,
disfrazado hasta el fin de camarada;
éste de cabaret en cabaret
ganó en París las últimas batallas
para llegar campante como siempre
a cobrar sus laureles en La Habana.
Y a otro conocí neutral eterno,
que huyendo de los nazis como rata
se portó silencioso como un héroe
cuando era su voz más necesaria.
Y otro tan retamar que despojado
de su fernández ya no vale nada
sino lo que le cuesta a los cubanos
vendiendo elogios y comprando fama.
*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) *De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es