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Ernesto LUMBRERAS*

GUADALAJARA, JAL.- Dice Borges en el prólogo de El desierto de los tártaros: “hay nombres que las generaciones venideras no se resignarán a olvidar. Uno de ellos es, verosímilmente, el de Dino Buzzati. Este libro es, acaso, su obra maestra”.  Obviamente es un lugar común coincidir con el argentino en su valoración de dicha novela, seleccionada por supuesto en uno de sus últimos proyectos editoriales, la Biblioteca Jorge Luis Borges, que circuló de forma masiva en los países hispanohablantes, esos libros de pasta dura color azul marino donde aparecieron Pedro Páramo de Juan Rulfo y Cuentos fantásticos de Juan José Arreola, los únicos autores mexicanos de la colección.

El desierto de los tártaros me recordó a Zama de Antonio Di Benedetto, y claro a El proceso Franz Kafka y Esperando a Godot Beckett, pero también al poema “Esperando a los bárbaros” de Constantino Cavafis, título por cierto de la novela del mismo título de J. M. Coetzee donde también se revela una larga espera. Tal vez la pieza lírica del poeta griego es el germen de esa esperanza absurda, la aparición en el horizonte de un ejército de vándalos quienes habrán de modificar el destino de un pueblo o la vida de una persona: “¿Qué esperamos reunidos en el ágora?/ Los bárbaros llegarán hoy./ ¿Por qué la intranquilidad en el senado?/ Porque los bárbaros llegarán hoy”.

En la novela del italiano, el joven oficial Giovanni Drogo arriba a la fortaleza Bastiani, en la frontera septentrional del país, con la firme convicción de que pasará el menor tiempo posible en esos muros golpeados por el viento y la abulia. Sin embargo, transcurren los meses y los años, y la añorada movilización hacia un enclave más prometedor para su carrera militar no se realiza. Si en los primeros años ese cambio no se gestó por obra de oscuras maniobras burocráticas, el teniente Drogo tendrá después el paso libre para su traslado; sin embargo, su alma está tocada por el hado maligno del lugar y habrá de renunciar llevado por un inexplicable apego a la fortaleza y a la soñada aparición de un regimiento enemigo. El sueño de un héroe es morir en una batalla. Toda una quimera para los soldados allí enclaustrados. Su juventud y sus mejores años se pierden en aguardar ese ejército. El desenlace de la historia será una broma cruel y dolorosa en las expectativas del protagonista.

Después de concluir el libro de Buzzati también lo relacioné con la película de Luis Buñuel, El ángel exterminador. Pareciera que en los cimientos del fuerte está enterrado un poderoso imán que inhibe cualquier deseo o ilusión de Giovanni Drogo por conocer el mundo, el amor, el placer o la fortuna. La enfermiza rutina de subir a la terraza y enfocar el catalejo hacia las arenas del desierto, a veces borrado por la niebla, con la expectativa de ver algún movimiento, incluso, un espejismo. Esa obsesión se apodera de la voluntad de todo el destacamento, en distintos niveles ciertamente. Desde su publicación, en 1940, El desierto de los tártaros contó con la aprobación de la crítica y del gusto del lector. Para 1976 la novela fue llevada al cine con la dirección de Valerio Zurlino, en una producción italo-franco-alemana, con Jacques Perrrin en el papel del teniente Drogo, contando además con las actuaciones de Vittorio Gassman y Fernando Rey. Se sabe que en algún momento este proyecto cinematográfico tentó a Luis Buñuel.

Además de este clásico de letras italianas, Dino Buzzati publicó cuentos brillantes y novelas nada desdeñables como El secreto del bosque viejo, Amor o Los siete mensajeros. Su prosa no es, en lo absoluto, la prosa de un estilista tipo Lampedusa o Pavese. Se trata de un contador de historias que conoce los meandros y encrucijadas de la condición humana, sus tentaciones y sus debilidades, pero también, es experto en conducir a sus lectores hacia regiones extrañas e inhóspitas donde la razón no logrará dilucidar los misterios más cotidianos.

 

*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) *De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumb

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