Ernesto LUMBRERAS*
GUADALAJARA, JAL.- Admirada por Mathias Goeritz, Francisco Toledo, Teodoro González de León y Fernando González Gortázar, la obra escultórica de Jorge Du Bon (Ciudad de México, 1938- París, 2004) puede resumirse en sólo una pregunta, inevitablemente bifurcada en innumerables encrucijadas: ¿hasta qué límites la materia se transforma? Perteneciente en términos cronológicos y estéticos a la Generación de la Ruptura, su trayectoria vital y artística trazaría una ruta libérrima y de permanente trashumancia en ciudades de Japón, Corea del Sur, Hungría, Bélgica, de la ex Yugoslavia, Estados Unidos, Francia, Andorra, Holanda, Inglaterra, España y por supuesto de su país natal.
Obras monumentales para espacios públicos y piezas de menor escala que forman parte del catálogo de importantes colecciones, el legado de Du Bon es el secreto mejor guardado de la escultura mexicana. En metal, piedra o madera, su búsqueda elude a toda costa cualquier indicio de realismo, sugerencia o representación de objetos y seres; su expedición artística, en todo caso, apunta a la develación de un lenguaje entrevisto en la materia prima de su trabajo. Una nota musical y orgánica de estar en el mundo se deletrea en esos dobleces y pliegues, en esas estrías, cortes abruptos y junturas. Habla de sí mismo el mármol y el hierro, confiesa sus inmersiones en la tierra y sus ascensiones celestes la madera del cedro y la caoba.
Las dos piezas que aquí enamoran al ojo y al espíritu, labradas en madera de eucaliptus, en 1998, durante una de sus varias estancias en Oaxaca, marcan una etapa de plenitud de Jorge Du Bon, una cima de genio y destreza, pero también, una sima de introspección serena en la materia. Emergidas del mismo tronco, la sierra en manos de Du Bon dispuso interrogantes distintas para cada escultura; mientras una rebosa de sobriedad y equilibrio, la otra está tocada por una armonía compleja de variadas claves. Amantes y enemigas, se seducen y declaran la guerra con los cambios de la luz. Hijas de la misma savia y del mismo talento, se erigen en el orbe del misterio hospitalario y de la belleza indómita, portales del aquí para avistar otros universos.
Después de la exposición presentada en 2007 en el Museo Federico Silva de San Luis Potosí y luego en el MACO de Oaxaca, la obra de Jorge Du Bon no había vuelto a mostrarse. Por eso mismo, que estas dos obras aparezcan en la sala de la galería Bõca, ubicada en General Prim 14, Colonia Juárez, Ciudad de México, es digno de festejo. Se trata de un espacio independiente, de arte interdisciplinario que lo mismo presenta piezas de figuras canónicas del arte como de artistas emergentes con propuestas audaces. A unos cuantos pasos del Palacio de Cobián, sede de la Secretaría de Gobernación, la exposición fue inaugurada el pasado 30 de noviembre. Para disfrute de “la inmensa minoría”, esta muestra escultórica se pondrá ver hasta final de enero de 2024.
*Ernesto Lumbreras (Jalisco, 1966) *De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es