Ernesto LUMBRERAS*
GUADALAJARA, JAL.- Epicentro del mal y de la descomposición humana, la ciudad aparece en la poesía moderna como un binomio inseparable. En ese laberinto urbano, de sobrevivencia y anonimato, el poeta se torna en la mala conciencia de la sociedad —de William Blake a Charles Baudelaire, de Efraín Huerta a Jaime Reyes—, un ser que fraterniza con los desplazados del progreso, que canta los desastres, la pobreza, el desencanto y la locura.
En esas coordenadas, en esa tradición leo Ciudad y zozobra (FR Editor, 2025) de Víctor Armando Cruz Chávez. Un recuento amargo, una revisión funesta suma el inventario de su sinfonía lírica. Vuelo de invención, osadía para internarse en lo incógnito, cada poema es una esquirla luminosa para este presente de miseria donde: “El mundo es un gran/estacionamiento de dudas”. El paisaje apocalíptico que domina el libro tiene, no obstante, su reserva de esperanza, su declaración de amor. La poesía como resistencia. El reloj del final del mundo, la cuenta de la última peste, extiende su alerta para todos: “manzanas en busca de bocas dulces y amargas,/ pasos apurados de una humanidad/ que escribe sobre las aceras/ en lenguaje de ciego”.
Con una obra narrativa, en el cuento y en la crónica, Cruz Chávez, memorioso de la memoria del barrio de Xochimilco, ahora emprende el vuelo del canto, a veces en un ritmo de blues o de hip hop, canto roto y enronquecido que pasa revista a una posible antesala del apocalipsis, la zozobra que se desborda a cada metro cuadrado de pavimento, la interrogante de humo negro y de angustia que se vuelve garfio para tirar de nuestra garganta: “Un golpe de dados-un golpe de dudas”.
Las huellas del civilizado, diría David Huerta, borran las huellas de la naturaleza. La especie humana es prescindible, el reino animal y el reino vegetal se las pueden arreglar solos. En menos de cien pueden ocultar todo indicio humano. La caída del meteorito podría ser la mejor notica para el planeta. Incluso, el temido apagón, vendría a poner en su lugar al homo sapiens. A cada paso por la ciudad, nos dice el poeta, nos encontramos con esa advertencia, con ese anticipo de futuro:
Hoyuelos
Las
alcantarillas
rotas
son
los
hoyuelos
de
esta
ciudad
que
sonríe
con
mueca
de
agonizante.
*De la inminente catástrofe. Seis pintores mexicanos y un fotógrafo de Colombia de Ernesto Lumbreras, edición de la Universidad Autónoma de Nuevo León y de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México publicada en este 2021.Miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. lumbrerasba@yahoo.es