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Jasmina HARTIANA*

Vísperas del 2022 a casi tres años de la pandemia.  Trato de ser optimista, vamos y porque no. Estamos vivos después de todo. Incluso mentalmente he sobrevivido hasta ahora. Y saben ahora comprendo varias cosas que al principio parecían caóticas y que  pusieron mi mundo de cabeza.

Bueno les contaré. De alguna forma la vida me había acomodado en un lugar conocido, hasta cierto punto fácil en mi trabajo, todo esto antes del covid. Luego las cosas cambiaron, varias personas tuvieron que seguir caminos distintos y aunque en ese momento nadie entendíamos que pasaba, ahora pienso que es lo mejor que les pudo pasar. Por mi parte, yo pase de estar en un lugar de autoridad y delegar, a otro muy distinto. La vida me puso ahora a aprender. A ser una especie de reparadora de equipos, mantenimiento, quitar tornillos, lavar bombas, medir químicos, sacar  objetos atorados, llenarme la manos de grasa y también de grietas por los efectos del jabón , la tallada y otras sustancias. Al principio de este camino me encontraba enojada  y sobre todo llena de miedo.  Alguna parte de mi cerebro parecía indicarme que no iba poder con el paquete. Ahora creo que esa parte se creyó que por ser mujer no tenía la capacidad de resolver ese tipo de apuros.

No niego que pase por muchas frustraciones, desee que las cosas fueron más fáciles, como por arte de magia se resolvieran solas y el estrés se acumulo en mi cuerpo.  Luego de pasar esa larga etapa, mi cuerpo de alguna forma se sereno y permitió que mi cerebro pensará de forma más lógica y así poder unir los cabos. Alguien me dijo que logré una conexión con la maquinas, no dudo que la hubo. Pero también conecté con algo aquí adentro; con mi confianza, esa que es capaz de creer en mi intuición.  Otra cosa que ayudo mucho fue que los varones que debían enseñarme o ayudarme se negarán hacerlo en  varias ocasiones.  No había de otra estaba yo ahí sola y de  alguna manera frente a un problema “masculino” y tenía que hacerme cargo.  Claro y también  me paso que no escuché mi voz y seguí las ordenes de alguien más que empeoraron las cosas o que  me hicieron perder el tiempo.

Llego un punto en donde yo ya había hecho de todo y las cosas a mi alrededor parecían descomponerse a propósito. Saben a pesar de todo creo que al final no  encontré o aprendí una solución masculina a mis problemas. Han escuchado ese debate, si ese que dice que cuando las mujeres adoptamos roles masculinos laborales casi nos crece el bigote y barba. Pues déjenme informarles con mucha alegría que no sucede. Y que además es completamente cierto que las mujeres somos capaces y eficientes a la hora de realizar trabajos varoniles. Yo no creo que nadie es mejor que otro en cuanto roles. Solo estamos en la búsqueda,ambos, de los caminos que nos permitan seguir y conocer nuestros talentos ocultos.  Mi balance al final de este año es que: estoy bastante orgullosa de mí y lo más importante es que los límites de género son puramente superficiales. Todavía me pongo un poco nerviosa cuando algo se descompone, pero de todo caos se aprende algo sobre si mismo.

*Soy fotográfa y cuentista. Cuentos: Anabel, Miel con veneno, Imágenes que cuentan, Entretenimiento para Adultos, El Cerrajero, y la Chica del Tutu. jazminahartiana@hotmail.com

 

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