Toño SALDAÑA*
BARCELONA, ESP.- Seguro habrás conocido a alguien que pareciera que es como un cangrejo ermitaño que de repente decide desaparecer entrando en su caracola y no hay nada que lo haga salir de ella. Cuando alguien dice: “No necesito a nadie, yo puedo solo con mis cosas”, o “no me pasa nada”, es porque probablemente estés ante alguien con estilo de apego evitativo.
Imagina a esa persona que conoces, que constantemente mantiene una distancia emocional, como si llevara un traje de invisibilidad en el corazón. Es como si percibiera los vínculos como algo peligroso, así que para no ser herido prefiere mantener distancia, conteniendo las emociones.
En la infancia, estos niños/as eran de los que no buscaban a mamá cuando la necesitaban. En una investigación descubrieron que los pequeños con apego evitativo se enojaban con facilidad, parecían indiferentes ante la ausencia de mamá y, cuando ella volvía, ni se inmutaban o actuaban de forma indiferente. Como si dijeran: “¿Tú otra vez? ¡Bah!, no me afecta”. El apego evitativo a menudo se origina por experiencias con los cuidadores.
Si un niño percibe que sus necesidades emocionales no son atendidas, se les han dicho frases como: “No seas tan llorón”, “tienes que ser fuerte”, “deja de ser tan sensible” o que la figura de apego es inconsistente, se puede desarrollar este patrón de evitación. El niño aprende que cuando ha demostrado vulnerabilidad, sus cuidadores, de algún modo, lo han herido, así que crea un caparazón que le sirve como “isla” para alejarse o distraerse y así evitar sentirse rechazado. A lo largo de la vida, estas personas pueden enfrentar dificultades en sus relaciones, ya que suelen mantener una barrera emocional que dificulta la intimidad genuina. En otras palabras, no quieren depender de nadie, y si alguien se acerca demasiado, ¡zas! Se alejan como si fueran astronautas flotando en el espacio.
El apego evitativo es un patrón de vinculación interpersonal que se caracteriza por la tendencia a evitar la intimidad emocional y la dependencia en las relaciones. Las personas con este estilo de apego suelen mantener una marcada independencia emocional y pueden mostrar indiferencia, rechazo o enfado hacia la figura de apego principal, lo cual después proyectarán en su pareja, lo cual les lástima, porque ellos en el fondo quieren ser aceptados y amados.
Para comprender mejor este concepto, consideremos algunos ejemplos:
- Distancia emocional: Imagina a alguien que, cuando se siente vulnerable o necesita apoyo, se aleja emocionalmente. Puede ser reacio a expresar sus sentimientos o a buscar consuelo en otros. Esta persona tiende a mantener una distancia segura para evitar la posibilidad de herirse.
- Miedo al compromiso: Supongamos que conoces a alguien que, aunque disfruta de la compañía de los demás, se muestra reticente a establecer relaciones profundas. Puede evitar involucrarse emocionalmente o comprometerse a largo plazo. El temor al abandono o al rechazo puede estar en juego aquí.
- Autosuficiencia excesiva: Imagina a alguien que se enorgullece de su independencia, de sus logros y se considera autosuficiente. Esta persona puede creer firmemente que no necesita a nadie más para ser feliz o para enfrentar los desafíos de la vida. La idea de depender de alguien más le resulta incómoda.
Pero ojo, no todo está perdido. Reconocer este patrón es el primer paso para construir relaciones más saludables. La terapia puede ayudar a explorar las raíces de este patrón y a desarrollar relaciones más satisfactorias y saludables.
*Master en coaching en inteligencia emocional y PNL por la Universidad Isabel I de Castilla. Nº 20213960.
Diploma en especialización en coaching y programación neurolingüística (PNL) por la Escuela de Negocios Europea de Barcelona.
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