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DETRÁS DE LA NOTICIA
Alfredo MARTÍNEZ DE AGUILAR

Ante la recuperación de la “ética guerrera” en Estados Unidos
urgen nuevas medidas para cambiar la cultura militar en México

                         

  • Hoy, la frontera México-Estados Unidos es vital en materia de seguridad nacional, es decir, asunto de vida o muerte, para pueblo y gobierno estadunidense, porque es la puerta de entrada de millones de dosis de fentanilo que mata a cien mil adictos anualmente.
  • La grave crisis que enfrenta la Marina es una gran oportunidad de crecimiento y así debe entenderlo, especialmente el almirante secretario Pedro Raymundo Morales Ángeles, y poner en alto el nombre de Oaxaca, tierra donde tiene enterrado su ombligo.

Al compartir la segunda frontera más grande del mundo, más de tres mil kilómetros de longitud, las fuerzas armadas de México no pueden ni deben sustraerse de los cambios en la cúpula militar de Estados Unidos.

La recuperación de la “ética guerrera” en las fuerzas armadas estadunidenses llega en momentos en que las fuerzas armadas mexicanas, particularmente la Marina, enfrentan su peor crisis en la historia del país.

Empero, las crisis son oportunidades de crecimiento y así debe entenderlo, especialmente el almirante Pedro Raymundo Morales Ángeles, secretario de Marina y poner en alto el nombre de Oaxaca, su tierra natal.

La frontera entre México y Estados Unidos, aunque de menor longitud que la frontera Canadá-Estados Unidos, es la frontera terrestre más transitada del mundo y la más compleja y dinámica.

La importancia geopolítica estratégica de la frontera México-Estados Unidos está en el hecho de que tiene un enorme intercambio comercial y un flujo constante de millones de personas y de miles de mercancías.

Hoy por hoy, es vital en materia de seguridad nacional para pueblo y gobierno estadunidense, es decir, asunto de vida o muerte, porque es la puerta de entrada del fentanilo que mata a cien mil adictos anualmente.

El Río Bravo forma parte de esta amplísima frontera, caracterizada también por la construcción de muros de concreto reforzado y cercas con alambre de púas para controlar el paso de millones de migrantes del mundo.

Ayer en la base de los Marines en Quantico, Virginia, pasó algo que está dando que hablar: el secretario de Defensa de EE.UU., Pete Hegseth, apareció junto a Donald Trump y lanzó un discurso que sacudió a la cúpula militar.

Frente a más de 800 generales y almirantes de distintos países, Hegseth dijo que se acabaron “las décadas de decadencia” y que se eliminarán todas las políticas de diversidad e inclusión, a las que él llama “woke”.

Según el secretario de Guerra de Estados Unidos, de ahora en adelante todo girará en torno a la letalidad y a recuperar la “ética guerrera” que ha caracterizado a las fuerzas armadas estadunidenses.

Desde el arranque marcó el tono: dio la bienvenida diciendo “Bienvenidos al Departamento de Guerra”, en vez de “Defensa”. Aunque el Congreso no aprobó ese cambio, dejó claro que esa es la filosofía que quiere imponer.

“La era del Departamento de Defensa terminó. Nuestra única misión es prepararnos para la guerra y ganarla”, soltó. Y lanzó una advertencia: si algún mando no se siente cómodo con esa visión, “lo honorable es que renuncie”.

Durante casi una hora, Hegseth se despachó contra las políticas de diversidad, diciendo que la frase “nuestra diversidad es nuestra fuerza” es una “locura” y que se ha ascendido a gente por cuotas de raza o género en vez de por mérito.

Anunció 10 nuevas medidas para cambiar la cultura militar. Entre ellas: volver a los estándares físicos de antes de 2015, más duros y pensados para hombres. Dijo: “Si las mujeres lo logran, bien. Si no, es lo que hay. Y los hombres débiles tampoco califican”.

También cargó contra lo que llamó “generales gordos en el Pentágono” y aseguró que todos, sin importar el rango, tendrán que pasar pruebas físicas dos veces al año y cumplir con el peso y la estatura exigidos.

Además, fue categóricamente muy claro: Se acabaron las barbas y el pelo largo: “Si quieres barba, entra a las fuerzas especiales. Si no, aféitate”.

Otro punto fuerte: prometió cambiar las reglas de combate, diciendo que ya no habrá restricciones “políticamente correctas”. Aseguró que los soldados podrán intimidar y eliminar a los enemigos sin trabas.

También dijo que se revisarán los conceptos de “liderazgo tóxico, acoso e intimidación”, porque, según él, se usan para debilitar a los comandantes de las diversas armas.

El presidente Donald Trump, por su lado, apoyó todo lo dicho y aseguró que con esto se está “despertando el espíritu guerrero”. Incluso bromeó porque la sala estaba demasiado callada:

“Nunca entré a un lugar tan silencioso”. Pero también lanzó advertencias: los oficiales que no apoyen este plan podrían ser despedidos “en el acto”.

La reunión fue convocada a último minuto y obligó a mover generales desde zonas de conflicto. Todo parece haber sido una forma de mostrar poder y alinear a la cúpula militar con la nueva agenda, justo en un momento de alta tensión dentro y fuera del país.

alfredo_daguilar@hotmail.com
director@revista-mujeres.com
@efektoaguila

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