José Carlos LÓPEZ*
La alquimia emergente que a continuación presento a las y los lectores de la Revista Mujeres sostiene que las pedagogías helicoidales buscan implementar procesos de enseñanza-aprendizaje que interconecten la razón-experiencia y la emoción-sentimiento, de tal forma, que las y los estudiantes logren una triada implicada entre teoría-empatía-praxis dentro y fuera de su vida académica. Por lo cual -a título personal- un helicoide educativo se configura a través de una recta estructural de saberes y conocimientos que se mueve apoyada de una hélice que entremezcla emociones, sentimientos y experiencias.
En ese tenor, buscaré deconstruir la siguiente pregunta-deseo de corte fractal:
¿Qué imagina un docente de educación superior a partir de su oficio en tiempos pandémicos?[1]
Desde el punto de vista experiencial considero que las y los docentes caímos en la desesperación ante las implicaciones del contexto pandémico, por ende, la empatía podría convertirse en nuestra mejor aliada durante las clases que impartimos, ya que hemos vivido emociones de afecto y desafecto individuales y colectivas que nos impulsan a preguntarnos qué hacer con ellas y cómo sacarles provecho. También, estoy plenamente seguro que las y los docentes hemos sentido angustias y miedos, pero lo interesante, es notar que tanto la angustia como el miedo pueden transformarse en un motor que impulse soluciones colectivas y compartidas, es decir, la experiencia pandémica nos ha mostrado la importancia del vínculo razón-emoción-sentimiento-experiencia.
Diré entonces, que el impacto de la COVID-19 en el terreno educativo se puede contener con base en una resistencia-trascendencia académica a partir de un replanteamiento rebelde del habitus docente, puesto que las clases en línea han producido momentos de fuga-enojo-estrés, así como también -tecnológica e irónicamente hablando- demasiados problemas de conexión-comunicación-interacción.
La experiencia pandémica ha evidenciado algo que quizás habíamos rutinizado-mecanizado, de tal forma, que no nos permitía percatarnos del entramado organizacional que conlleva el vínculo entre los puestos directivos-administrativos-docentes para resolver problemáticas internas y externas al interior de los campos educativos. En síntesis, la experiencia derivada de la contingencia COVID-19 nos saca de la pesadilla de la “SIEMPRE PERFECCIÓN”, la cual, invade nuestra HUMANA CONDICIÓN ávida de procesos de autocomprensión y comprensión más holísticos.
Desde el punto de vista de los retos y las adversidades es indispensable aprender a volver a identificar la conexión existente entre estudiantado y docentes, ya que eso coadyuvará a entrar en una nueva fase de trabajo al interior del terreno educativo. En ese marco, una urgencia educativa pandémica es fortalecer el trabajo en equipo bajo la dinámica de comunidades de aprendizaje que convoquen a conocernos -racional, emocional, sentimental y experiencialmente- entre estudiantes y compañeros y compañeras de trabajo.
Sin duda alguna, la experiencia pandémica ha propiciado una ruptura en los campos educativos, por ejemplo, en los sistemas de educación superior se ha vivido como un temblor que fracturó pilares que sostenían estructuras racionales indolentes. Es decir, un reto sistémico, estructural y organizacional sería la posibilidad de modificar nuestros horarios de trabajo, ya que sólo han transitado de lo presencial a lo virtual, sin darnos cuenta, de las implicaciones que eso puede tener en el terreno de la salud física y psicológica de todas y todos los que integramos la comunidad universitaria.
Cabe resaltar, que las y los docentes -de manera crítica y autocrítica- hemos identificado nuestra falta de habilidades y estrategias para construir, planear y evaluar procesos de enseñanza-aprendizaje en línea, a tal grado, que uno de los retos como comunidad universitaria es buscar espacios colectivos para aprender a concientizarnos sobre la crisis emocional, sentimental, racional y experiencial que estamos viviendo todos y todas, traducida en confusiones, frustraciones, incertidumbres, desintereses, indiferencias, desesperanzas, angustias, ansiedades, enojos, etc.
Por lo anterior, otro de los retos que debemos atender las y los docentes universitarios es incorporar -en los encuadres de las sesiones virtuales- estrategias que nos permitan fomentar el contacto visual y una mayor retroalimentación educativa, así como también, impulsar a las y los estudiantes a desarrollar habilidades de autoaprendizaje y automotivación.
Y, a todo esto, ¿cuáles son algunas de las principales críticas de la educación en tiempos pandémicos?
Tener presente que los afectos y los desafectos también son construcciones históricas que responden a cambios socioculturales de corte sistémico, estructural y coyuntural. En ese sentido, hay que ser conscientes que los nuevos programas universitarios tendrían que articular las experiencias educativas a partir de tres parejas nodales: lo cognitivo-epistemológico, lo axiológico-heurístico y lo emocional-sentimental en consonancia con las TIC.
Por su parte, tanto estudiantes, como docentes, tenemos la capacidad-compromiso de mirar críticamente cómo algunas de las nuevas narrativas educativas sobre la importancia de lo emocional-sentimental se sustentan en discursos empresariales-corporativos que responden a ciertas agendas de emprendedurismo de corte neoliberal; también, la pandemia COVID-19 puede asumirse como un trampolín educativo para integrar en nuestros programas de estudio pedagogías transversales para una cultura de paz, perspectiva de género, educación inclusiva y sustentabilidad.
Lo anterior, me hace sentipensar que a las y los agentes universitarios nos recorre por nuestra mente-cuerpo un demonio-fantasma pandémico-incomodo vuelto pregunta, ¿realmente han existido procesos de enseñanza-aprendizaje al interior de las sesiones virtuales?
Ante dicha pregunta, ¿cuál es la propuesta?
Reinventar la forma de dar clases por medio de una acción dialógica entre la imaginación-originalidad y la creatividad-empatía, ya que los tiempos no son los mismos, así como, adecuar y reducir los contenidos programáticos y los horarios. Imaginar formas teórico-prácticas de transmitir emociones, sentimientos, saberes, conocimientos y experiencias que nos exijan hacer un mayor uso del arte, el video, el audio y la imagen, a tal grado, de cambiar evidencias convencionales por performances, collages, infografías, fotografías, dibujos, organizadores gráficos, diarios gráficos de campo, foto-ensayos, encapsulartes, podcast, entre otros.
Para finalizar, expresaré que escribir colectivamente y divulgar nuestras experiencias docentes que vivimos antes, durante y después de nuestras sesiones virtuales, será de ayuda, para destacar y revalorar el papel de la o el docente dentro de los nuevos procesos de enseñanza-aprendizaje, con la finalidad, de crear y fortalecer una formación docente cada vez más versátil, eso sí, sin abandonar nuestro espíritu de resistencia y rebeldía que nos caracteriza.
[1] Las reflexiones que expongo en la presente columna son resultado de una participación colectiva durante el Encuentro de Intercambio Académico sobre las Problemáticas del Aprendizaje, llevado a cabo, entre directivas, administrativas y docentes de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana, los días 9, 10 y 11 de agosto de 2021.
* Egresado y docente de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana, región Xalapa. Integrante del Comité Editorial de Sociogénesis. Revista Digital de Divulgación Científica de la Facultad de Sociología de la UV. Docente invitado de la Universidad Pedagógica Veracruzana. Jefe de la Oficina de Actividades Recreativas y Culturales, Asesor Académico, Coordinador del Programa Institucional Imaginación al vuelo. Promoción y gusto por la lectura e Integrante del Equipo para la Igualdad de Género de la Secretaría de Educación de Veracruz.
[1] Las reflexiones que expongo en la presente columna son resultado de una participación colectiva durante el Encuentro de Intercambio Académico sobre las Problemáticas del Aprendizaje, llevado a cabo, entre directivas, administrativas y docentes de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana, los días 9, 10 y 11 de agosto de 2021.