“La vivienda es mi derecho, no tu mercancía…” / “Vivienda para vivir, no para invertir…” / “No somos hostal, somos barrio ancestral…”
Consignas. Marchas Anti-Gentrificación (México, 2025).
José Carlos LOPEZ HERNÁNDEZ*
XALAPA, VER.- La gentrificación transforma espacios, tiempos y lugares, por ejemplo, lo que eran barrios habitados por sectores de corte popular o clases trabajadoras, actualmente, se han vuelto objeto de lógicas y dinámicas de revalorización social, económica, cultural y simbólica definidas por el mercado inmobiliario y la rentabilidad, pasando por encima, de las necesidades sociales.
Ustedes se preguntarán, ¿eso qué produce?
Desposesiones y desplazamientos progresivos de las y los habitantes originales por personas de mayores ingresos. Es decir, estamos ante un fenómeno que implica más que remodelaciones físicas o mejoras en la infraestructura urbana.
Desde mi punto de vista, es un proceso multifactorial que incluye transformaciones en las dinámicas de clase, las identidades, los usos del espacio y del tiempo, así como, un caleidoscopio de relaciones de tensión, contradicción y conflicto, encapsulándose a su vez, en acciones colectivas y protestas sociales.
Sin embargo, ¿cuáles podrían ser algunos elementos clave para entender críticamente el fenómeno de la gentrificación?
Algunos de estos elementos son: a) la revalorización de tiempos, espacios y lugares cotidianos bajo los intereses del mercado inmobiliario y el encarecimiento de la vivienda; b) el desplazamiento directo o indirecto de las poblaciones locales; c) las transformaciones en las identificaciones sociales y configuraciones culturales de los barrios; d) la imposición de lógicas y dinámicas neoliberales sobre los usos del espacio social; y e) el exacerbamiento de procesos de exclusión, fragmentación social e integración excluyente.

| Figura 1. David Harvey |
Así, que -inspirándome en un geógrafo marxista llamado David Harvey- diré que la gentrificación es una serie de expresiones materializadas del capitalismo neoliberal que buscan constantemente nuevas formas de valorización del espacio. Por ejemplo, los pueblos mágicos de Veracruz representan un laboratorio vivo de cómo las dinámicas del mercado, el turismo y la inversión pública y privada transforman profundamente el tejido social y económico de comunidades históricas, lo que, a su vez, nos muestra que el capital busca espacios que puedan ser reinventados para generar más valor.
Para el caso veracruzano, en lugares como Coatepec o Xico, este proceso se ha traducido en la conversión de antiguos centros históricos en zonas de consumo turístico, desplazando, principalmente, a habitantes locales. Lo anterior, como producto, de la especulación inmobiliaria y el aumento del costo de vida.
También, he sido testigo de cómo las casas tradicionales, antes accesibles para familias locales, hoy han sido remodeladas y transformadas para consumir bienes, servicios y experiencias en cafeterías boutique, hoteles rústicos o Airbnb, lo que evidencia, el paso de la lógica del habitar a la lógica del capital. De modo que, apoyándome de la socióloga -experta en globalización- Saskia Sassen, expresaré que la gentrificación puede entenderse como una cadena de procesos que se vinculan a la expulsión de poblaciones, pero, no sólo se trata de desplazamientos físicos, se trata de exclusiones económicas y culturales.

| Figura 2. Saskia Sassen |
Como muestra de lo anterior, comparto con ustedes los siguientes casos:
En Naolinco, la tradicional industria artesanal del calzado enfrenta presiones constantes por tratar de adaptarse a un mercado cada vez más turístico y menos social-comunitario. Las nuevas dinámicas hacen que una gran parte de las y los jóvenes abandonen el oficio por la falta de condiciones competitivas, mientras que inversionistas externos tienden a capitalizar la imagen de pueblo típico, ¡eso sí!, generalmente, sin devolver los beneficios a la población local.
Por otra parte, tenemos el caso de Orizaba, un ejemplo más de lo que implica una revitalización y blanqueamiento del paisaje urbano bajo la narrativa de ciudades modelo, lo cual, tiene como trasfondo, el ocultamiento de desigualdades estructurales, ya que mientras el centro histórico florece, un conjunto de colonias periféricas experimenta condiciones de marginación, produciéndose así, lo que Harvey denomina espacios desiguales.
Papantla, con su fuerte raíz sociocultural totonaca experimenta una gentrificación más simbólica, ya que el turismo cultural se ha encargado de mercantilizar y comercializar la imagen de los voladores de Papantla, creando así, un espectáculo que responde más a la mirada externa que a la preservación genuina de la cultura local. Esta transformación de lo cultural en mercancía también forma parte de la gentrificación, como advierte Sassen: hacer que lo auténtico se reconfigure constantemente bajo los dictados del mercado.
Por lo anterior, sostendré que la gentrificación en Veracruz se trata de una reconfiguración espacial, social y simbólica, donde los capitales se apropian del territorio y redefinen quiénes tienen derecho a habitarlo, transformarlo y representarlo. Es decir, los pueblos mágicos veracruzanos, lejos de ser sólo destinos turísticos, son territorios en disputa, donde se juega el equilibrio entre los modelos hegemónicos de desarrollo, la justicia social y el derecho a la ciudad.

*Egresado y docente de la Facultad de Sociología de la Universidad Veracruzana. Integrante del Comité Editorial de Sociogénesis. Integrante del Consejo Editorial de la Biblioteca Digital de Humanidades. Docente invitado de la Universidad Pedagógica Veracruzana.








