Isabel ARVIDE
ESTAMBUL, TURQUÍA.- Oaxaca estará en mi memoria, siempre, acompañada de la mirada de Juan Alcázar, de sus manos, de su voz, de sus pasos por las piedras ancestrales hechas pirámides o calles desgastadas. Sobre todo, permanecerá, en su luz. En los colores compartidos por sus trazos, por su imaginación que todo podía sobre el blanco. Juan Alcázar fue un pintor oaxaqueño, no hubiese podido serlo de otra parte del universo. Sus desbordamientos, tan entrañables para mí, sus cuerpos desaforados en el sexo se gestaron en la luz tan singular del valle que atestiguó su vida.
Juan Alcázar imaginó personajes que, también, estaban en la palma de su mano, a su lado, frente a sus ojos. Los persiguió cada tarde, cada hora de su vida, con estremecedora certeza de lo efímero. Y, después, les dio vida con sus pinceles. Penetró a innumerables mujeres que eran una sola, una única mujer de pechos desbordados y cabellos ennegrecidos. Sacó a los peces del mar para que pudiesen volar sobre esas parejas siempre a punto de la posesión más pujante, completa, pecaminosa.
Vivió hasta que la vida se le acabó, sin desperdiciar un amor, un amanecer, un tequila, una oportunidad para confrontar su singular entendimiento del universo con otros, ajenos e iguales. Pintó, dibujó, a veces sobre la piel de un sueño, de una quimera que únicamente sus ojos pudieron ver.
En mi recuerdo aparece, también, el Juan Alcázar orgulloso de su pasado oaxaqueño, llevándome de la mano a la cima del poder antiguo como un guerrero zapoteco que había renacido, reencarnado en un cuerpo indígena, fuerte, sabio. Y después, con valor profético, a la ciudad de la muerte, donde todo está en un plano más bajo, más hacía dentro de la tierra. Conocía su historia, y también los recovecos donde se guardan celosamente piezas arqueológicas que, tal vez, ratifican ascendencia de otros mundos, de otras razas.
Fue, tanto y de tantas formas, único. Irrepetible. Artista. Hombre. Fue en toda la extensión de la palabra. Fue árbol que dio miles de sombras, abrazo con la vida, con la luz, con el color, que jamás terminará…