Edgar SAAVEDRA*
Metafísica hora de nuestra infancia apaga nuestros sueños lunáticos… C.D.
Siempre huyes de la palabra cotidiana del mundo escribe Cesar Dite en Blue Portrait, y así formula sus antípodas con los ruidos caóticos de un escenario urbano que siempre se balancea entre la sobrevivencia y el jolgorio. La escritura es un acto de salvación que va más allá de los tópicos que condicionan la ineludible cotidianidad. El correr de los días está obligado a detenerse en las páginas de la poesía, en el secreto del dolor (el éter monstruoso de la noche) y la secreta alegría del amor y sus pretextos (naufragando en el cuerpo etéreo de tus noches). El sudor es el amor evaporándose hasta convertirse en sombra fantasmal que ronda como un perro domesticado a fuerza de ausencias y destinos, vencido a la hora inesperada de las palabras (y hemos de partir al sucumbir la leche de los días). Sorber o caer al abismo, dice el poeta al otro que yace con la espada contra la pared, el prójimo sin nombre.
Cesar Dite ha construido una torre verbal de sus aficiones y ficciones, por ejemplo, con la pintura (en el lienzo de nuestra morada), el erotismo cual crónica adicción (cabalgando en el rio de tu cuerpo), la soledad terca como un tercer brazo (las olas invisibles del abrazo) y la fuerza de su propia identidad creadora (endurezco los cartílagos de la mente). Estamos ante un poemario no para deambular en los pasadizos del desaire sino para sentir las bofetadas de la vida que se desluce irremediable en cada respiro (abjuro de estos huesos atándome al mundo) y con todo estacionarse en la luz.
Estos poemas son tablas de un naufragio que juntándolas queda al descubierto un puente sobre el vacío donde tiende la mano esa sombra que camina al lado, que nos mira con la paciencia de los colgados esperando a que caiga el frágil velo del olvido. El lector es también oscuro enigma.
Concebido el dolor perfumado de la metáfora uno se pregunta por qué la vastedad de la melancolía, del amor difuminado en un castillo de arena, detienen el hachazo en el último instante en el aire enrarecido del patíbulo y que ahora otorga el terrible perdón que es ascua entre los cuartos interiores del corazón, nuestro inseparable traicionero. Esto es una medida de CONTRA LAS HADAS SOLLOZANTES, libro (aún en el cajón) que se ha construido con las geografías de un fuego esparcido por Dite mismo. Por su naturaleza movediza no hay por ningún lado las banalidades del amor sino su reclamo convertido en sombras. Desde esta zona de niebla nos vamos a aguas más profundas en las que el nado exige divisar las nervaduras metafísicas no para soñar la isla sino para juntar piedras y armar la conciencia del espejismo que es la vida y sus voluptuosidades (hay del que a la verdad llega mediante el recuerdo somnoliento del deseo / su alma no le reclamará más que el instante vivo para esperanza pasajera…).
En ocasiones la poesía de Cesar Dite se convierte en un divertimento de cómplice jiribilla (tu cubrías todo con tu cuerpo de esfera/ con tu mirada de hada sollozante) y nos revela que el verbo desnuda en todo tiempo y espacio íntimas imágenes. Es el logro de la palabra entre los pies de un mundo desamorado, que corre y muere de prisa porque no ha dado alcance a la verdad, a su sentido y entonces no se es en este valle sino el cúmulo de un esqueleto humano bajo las sobra de los huajales… La obra poética por fortuna no es así, no como la sola vida de un individuo. Muestra resistencia. No muere, es aire de una muchedumbre. Mediante ella se crean mundos para la posteridad. El silencio deja de ser una palabra y se convierte en testimonio de activa trinchera contra los latigazos cotidianos. Debemos sobrevivir dice la poesía en infinitas olas navegantes.
Cuando uno piensa que el infortunio es un abrojo literario Dite vuelve a la carga e introduce las manos del que duda en su propio costillar y la poesía se sabe entonces que no es máscara (no hay diferencia entre tu alma y la mía / las dos pertenecen a la epifanía de un naufragio) mientras el decoro se hace trizas (entro en ti de improviso como se penetra a la vida) y queda por disfrute de una vez por todas la voz interna del silencio. Que venga la poesía junto con el fin del mundo.
(Prólogo para CONTRA LAS HADAS SOLLOZANTES, libro inédito de Cesar Dite. Ilustración para esta publicación de Wen Castro Loaeza. “Bailando lento en la oscuridad, grabado).
*Periodista cultural.