Michelle MORLOTTE*
Simone de Beauvoir planteó que “no se nace mujer, se llega a serlo” y Judith Butler profundizó aún más esta perspectiva al plantear que tanto el género como el sexo biológico son construcciones socioculturales para legitimar el modelo binario. El “llegar a ser mujer” de Beauvoir se entiende como la elección de una identidad que no niega el sexo biológico, sino que problematiza la construcción de lo que significa ser mujer a partir de características sexuales anatómicas.
No hay nada que asegure que el ser mujer sea obligatoriamente aquello con características femeninas. No existe razón para fijar un solo sexo, un género o una identidad. Lo que oprime a las mujeres no es la existencia de los órganos sexuales con los cuales nacemos, sino el conjunto de discursos, prácticas e ideas que se producen desde el patriarcado. Las personas que no coinciden con la normativa de sexo son marginadas, silenciadas, discriminadas y violentadas como consecuencia del concepto de “mujer natural, mujer verdadera” en el discurso patriarcal.
No se trata de negar la opresión de las mujeres con base en el sexo, sino de profundizar en la problemática que este discurso naturaliza y legitima la opresión patriarcal bajo la suposición que existe una naturaleza biológica que nos hace universalmente “mujeres, madres, hijas, esposas”. El sexo biológico no es lo que nos ha llevado a pensarnos como mujeres, ni la única razón por la que hemos sido oprimidas, porque no existe una forma única de ser mujer.
A una mujer trans se le pregunta ¿qué es ser mujer? para que justifique que merece respeto; a una mujer cisgénero[1] no se le hace esta pregunta porque se entiende como el modelo “real” que cumple con las características para portar dicha etiqueta. Sin embargo, ser mujer no se vive desde una experiencia biológica porque incluso a aquellas que se salen del modelo y se les excluye de lo que es ser mujer, se les oprime como tales. Ser mujer no es una condición biológica, esto es reducirnos a cromosomas XX, a una vagina, a un útero y si llevamos toda nuestra vida luchando para que no se nos reduzca, ¿por qué ahora hacerlo dentro del feminismo, entre nosotras mismas? Reconozcamos y aceptemos nuestra diversidad para resignificar lo que es ser mujer y de esta manera desmontar los discursos que sostienen nuestra opresión.
En el feminismo la inclusión es crucial para alcanzar nuestros diversos objetivos, pero en la actualidad hemos fallado. A nivel global, las mujeres trans son marginadas y doblemente castigadas por atreverse a salir de los límites del género binario y por asociarse a la feminidad. La idea que las identidades trans son menos legítimas que las mujeres cisgénero estigmatiza a un grupo que ya es oprimido y no solo perjudica a las personas trans, sino también al feminismo como movimiento social y político de liberación. Mi feminismo es elegir estar del lado de la lucha de las discriminadas, asesinadas y olvidadas por el patriarcado, por lo tanto, los temas trans son temas feministas y el ser mujer no tiene una realidad o definición definitiva.
*Lentes Púrpura es una consultoría con perspectiva de género enfocada en el acompañamiento de estrategias institucionales, educación y distribución de contenido. Al mirar el mundo a través de Lentes Púrpura promovemos espacios más seguros e incluyentes que respetan y empoderan la identidad de todas las personas a través de talleres, contenido, investigaciones, diagnósticos y protocolos de género.
[1] Cisgénero se refiere a las personas que se identifican con el sexo anatómico